¿Por qué dos estudiantes de secundaria de Gabarret van a participar en el concurso Lépine?

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Parece que todos los encuentros ocurren por casualidad. Aubert Cruchon, director de la escuela privada Saint-Jean Bosco de Gabarret, es amigo de Nicolas Babin desde la infancia. Hoy es embajador digital de la Unión Europea y está asociado con Benoît Mirambeau, que creó la aplicación DiabiLive para ayudar a los diabéticos a vivir mejor cada día y con la que ganó el premio Presidente de la República en el concurso Lépine en 2016. Sin duda, a Aubert Cruchon nunca se le habría ocurrido invitar a su establecimiento a Benoît Mirambeau, originario de Saint-Justin.

Para llegar al liceo profesional privado Saint-Joseph de Gabarret, se conduce por interminables rectas, salpicadas de pinos y campos, se encuentran una serie de curvas, algunos pueblos y, justo detrás de la iglesia, emerge el establecimiento. Entre sus paredes, el Bac pro Ciel (para ciberseguridad, TI y redes electrónicas) atrae a estudiantes interesados ​​en la tecnología o la programación.

Aquí es donde, hace tres años, Benoît Mirambeau se reunió con los estudiantes de secundaria para presentarles su candidatura, en una sala de prácticas repleta de ordenadores, soldadores, impresoras 3D y componentes de todo tipo.

“Estudiando el material, Benoît Mirambeau nos propuso su idea para saber si los estudiantes de secundaria estarían interesados ​​en desarrollarlo”, explica el director del establecimiento, que después de reunir a los cuatro profesores de la especialidad digital, obtiene su aprobación. Se crea un equipo de cuatro estudiantes de secundaria, pero sólo Timéo Doom, de 17 años, y Yannis Cantau, de 18, continúan hasta el final.

Una inversión personal

Estos dos, un poco tímidos pero llenos de ilusión, dedican sus horas libres, las tardes de los miércoles y parte de sus vacaciones a trabajar en este proyecto: la lámpara de araña conectada. “Un día estaba en un gran hotel con mi esposa y vi a un empleado caminando alrededor de la piscina para encender todas las linternas. Pensé que sería fantástico poder hacer lo mismo con sólo pulsar un botón”, explica Benoît Mirambeau.

Si la explicación es clara, el camino para alcanzar este resultado es más tortuoso. “No es un proyecto de Bachillerato, es a nivel BTS”, asegura el impulsor. Timéo y Yannis lo miran con una sonrisa en los labios y su prototipo ante los ojos. “Me propuse aprender, desarrollar un aspecto más práctico en relación con los cursos”, explica Timéo, que desde hace mucho tiempo es un apasionado de la programación y le gustaría dedicarse a ella. “¡Y no hay que olvidar que este año tienen el bachillerato! », recuerda el garante de la carrera educativa de los estudiantes de secundaria, Aubert Cruchon.


El prototipo de candelabro conectado se reproducirá en cinco ejemplares y se llevará a París.

CB

Pero antes de programar tuvimos que plantearnos dos sencillas preguntas: ¿cómo encender y apagar esta vela natural? Rápidamente eligieron un arco eléctrico, que baja para encender la mecha de la vela. Pero inicialmente los electrodos permanecieron demasiado cerca de la llama y se derritieron. Para apagar se coloca un pequeño ventilador debajo del candelabro, al que le agregaron una manguera de acuario para llevar el aire a la mecha.

“De hecho, cada vez que encontramos una solución, surgía un nuevo problema”, considera Timéo Doom. El resultado: un candelabro que se enciende de forma remota, a través de una aplicación que crearon. También diseñaron un sistema que permite encender la vela a una hora determinada, o incluso apagarla pasado un tiempo determinado. Y la seguridad exige: se apaga automáticamente después de un período de tiempo.

De camino a París

“Subieron una montaña cuando no había un camino claro”, ilustra Benoît Mirambeau, que vino a verlos medio día a la semana para seguir el proyecto, sin darles soluciones, pero apoyándolos. Al igual que el resto del equipo docente. “¡Es una historia loca!” », se maravilla Aubert Cruchon, que desde hace dos años tiene la sensación de tener una oficina de investigación y desarrollo en su instituto.

La guinda del pastel es que su proyecto fue seleccionado en el prestigioso concurso Lépine de París, en el que participarán a partir del 1ejem al 12 de mayo. Consiguieron así su objetivo inicial, acompañados de un profesor y de Benoît Mirambeau, gracias al apoyo de la Comunidad de Municipios de las Landas de Armagnac y del ayuntamiento de Gabarret, que les concedió una subvención para financiar esta estancia. Para Timéo y Yannis, el simple hecho de ser seleccionados para esta competición ya es una victoria, a su regreso les espera otro partido: los exámenes de bachillerato y el veredicto del Parcoursup.


Timéo Doom y Yannis Cantau con su primer prototipo.

CB

A Timéo le gustaría incorporarse a una TI PERO para convertirse en ingeniero de desarrollo web y móvil y Yannis quiere unirse a la marina para convertirse en submarinista especializado en redes. “Siempre les dije que lo imposible es lo posible que aún no existe”, afirma Benoît Mirambeau. Un dicho que los dos jóvenes tomaron al pie de la letra.

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