DDesde su independencia, Marruecos ha considerado la construcción de presas como una palanca crucial para su desarrollo. El aumento de la capacidad de retención de agua ha beneficiado a diversos sectores económicos. Sin embargo, la sequía actual ha puesto de relieve ciertas insuficiencias que deben abordarse para preservar y optimizar la gestión de los recursos hídricos.
Marruecos cuenta actualmente con más de 150 infraestructuras hidráulicas con una capacidad total que supera los 19 mil millones de m³, además de un centenar de pequeñas presas y lagos de montaña. Esta estrategia ha demostrado ser sólida y ha ayudado al país a hacer frente a las fluctuaciones climáticas. Las represas no sólo han proporcionado agua potable y electricidad, sino que también han aumentado la superficie irrigable, que ahora se extiende a 1,5 millones de hectáreas. El gobierno anunció recientemente la construcción de 20 nuevas represas hasta 2030, con el objetivo de aumentar la capacidad de almacenamiento a 24 mil millones de m³.
Nizar Baraka, ministro de Equipamiento y Agua, destacó en 2023 en una declaración ante el Parlamento los esfuerzos del gobierno para acelerar la construcción de presas con el fin de satisfacer la creciente demanda de agua, reduciendo los tiempos de finalización de 6-7 años a 4-5 años. Estas infraestructuras están distribuidas por todo el Reino, pero están surgiendo solicitudes para priorizar su instalación en las zonas más afectadas por el estrés hídrico, como el sur de Marruecos. La reciente sequía ha afectado duramente a regiones agrícolas como Souss, Chichaoua, Haouz y Abda, poniendo de relieve la necesidad de una gestión estricta de los recursos hídricos.
Souss, que representa una parte importante de la producción y exportación nacional de frutas y verduras, sufre una distribución desigual de los recursos hídricos. El proyecto de trasvase de agua desde las cuencas de Sebou y Loukkos hacia el sur es fundamental para corregir esta disparidad. Este proyecto, que pretende movilizar 2 mil millones de m³ de agua, estimularía no sólo la agricultura, sino también el turismo y la industria. Para aumentar la competitividad de los exportadores marroquíes y mejorar la autosuficiencia en sectores estratégicos, el suministro de agua es crucial. El norte de Marruecos, favorecido por sus precipitaciones y sus cadenas montañosas, contrasta con zonas azotadas por la sequía y el estrés hídrico.
El Plan Nacional del Agua tiene como objetivo equilibrar la oferta y la demanda de agua, haciendo hincapié no sólo en la movilización de recursos, sino también en su gestión juiciosa. El objetivo es alcanzar una eficiencia del 80% de las redes de distribución en 2025, y del 90% en 2030, reduciendo así las pérdidas por fugas y evaporación. Están previstas importantes inversiones para la modernización de las infraestructuras de distribución y la construcción de nuevas presas, como precisó el ministro Baraka.
Un nuevo marco para la gestión del agua
A principios de los años 1990, el volumen anual de agua por habitante era de 1.200 m3/año. A partir de la década de 2000 aumentó a 950. En 2010 había alcanzado los 800 m3 y actualmente no supera los 632 m3. En 2030, el nivel bajará a 500 m3 y el país estará en pleno estrés hídrico. Tendrá que hacer frente a las necesidades apremiantes de la urbanización, la agricultura, el turismo y la industria. Sectores para los que se han puesto en marcha ambiciosas estrategias sectoriales. Para hacer frente a estos datos, el Estado se ha puesto a elaborar un nuevo plan para el periodo 2020-2050, que ya se encuentra en una fase muy avanzada. Los distintos actores actualizan las proyecciones para alinearlas con la estrategia del Gobierno en la zona. Para ello, se establece un conjunto de textos legales, en particular el decreto 2.18.339. Esta ley supervisa tanto el Plan Hídrico Nacional (PNE) como el plan de orientación para el desarrollo integrado de los recursos hídricos y el plan de gestión del agua.
