Las elecciones presidenciales de 2024 en Senegal plantean nuevos desafíos a la democracia y mayores demandas de los jóvenes de más libertad y justicia social. Desde 2019, los disturbios han suscitado dudas sobre el modelo democrático del país, reconocido en África por sus tradiciones políticas arraigadas desde el período colonial. La era de Macky Sall está marcada por tendencias autoritarias y una marcada resistencia ciudadana.
Senegal, con una población de 18 millones en 2023, es un bastión de la democracia con elecciones periódicas. A partir de 1914, con Blaise Diagne, el país desarrolló una escena política influenciada por el colonialismo. En 1960, el país obtuvo la independencia, estableciendo inicialmente un gobierno parlamentario. Sin embargo, una crisis en 1962 condujo a un sistema presidencialista que limitaba las libertades civiles. En la década de 1970 comenzó una modesta apertura democrática, pero fue bajo Abdou Diouf cuando se implementaron reformas electorales después de las disputadas elecciones de 1983 y 1988.
Las reformas políticas combinadas con una crisis económica favorecieron la alternancia de 2000, llevando a Abdoulaye Wade al poder. Sin embargo, su estilo de gobierno fue considerado autocrático, impulsando movimientos ciudadanos como la Conferencia Nacional de 2008-2009. Estos movimientos jugaron un papel crucial en el cambio de gobierno de 2012.
Macky Sall, sucesor de Wade, se enfrentó a una juventud especialmente decepcionada por su política económica. De hecho, entre 2012 y 2023, el desempleo siguió siendo elevado y las condiciones de vida de los jóvenes apenas han cambiado. La inmigración ilegal se ha convertido en una vía de escape para algunos de estos jóvenes.
El régimen de Macky Sall es criticado por sus excesos autoritarios, en particular el encarcelamiento de opositores como Karim Wade y Khalifa Sall. Estas acciones debilitaron la legitimidad del presidente y culminaron en violencia postelectoral en 2019.
La popularidad de Ousmane Sonko representa un desafío para el régimen, pero ha recibido acusaciones judiciales, lo que ha aumentado las tensiones políticas. Sin embargo, el Consejo Constitucional desempeñó un papel estabilizador, en particular al declarar inconstitucional una ley que prorroga el mandato presidencial en 2024.
A pesar de estas controversias, en las elecciones presidenciales de marzo de 2024 se produjo una alternancia política con la victoria de la coalición liderada por Ousmane Sonko, que simboliza el deseo de cambio de la población. Esta nueva transición pone de relieve la resiliencia de la democracia senegalesa y subraya la importancia de una gobernanza reformada para satisfacer las aspiraciones de los ciudadanos, especialmente de los jóvenes.