un diálogo que se está estancando

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El proyecto de ley que regula el ejercicio del derecho de huelga en Marruecos ha transformado las negociaciones sociales en un verdadero campo de batalla entre el gobierno, los sindicatos más representativos y los empresarios. Lo que se suponía que sería un resultado histórico se está convirtiendo lentamente en una serie de reuniones perdidas y profundos desacuerdos.

De hecho, la idea de una ley sobre el ejercicio del derecho de huelga en Marruecos, que debería garantizar el equilibrio entre la protección de los derechos de los trabajadores y los imperativos económicos, parece haberse transformado en un importante tema de discordia. El intento del gobierno de llegar a una versión final consensuada del proyecto fue, una vez más, rechazado.

Esta situación pone de relieve las crecientes tensiones entre las centrales sindicales más representativas y la patronal, en particular la CGEM (Confederación General de Empresas Marroquíes), mientras el gobierno intenta desempeñar el papel de árbitro en un debate en el que los desacuerdos son cada vez más intensos.

Los sindicatos, que abogan por un texto que garantice la libertad de expresión sindical, se topan con un método de gobierno juzgado, opaco y rígido. Resultado: la reunión prevista para finales de la semana pasada con Younes Sekkouri, ministro de Integración Económica, Pequeñas Empresas, Empleo y Capacidades, fue aplazada hasta una fecha desconocida, hundiendo en la incertidumbre las esperanzas de un consenso.

Un diálogo social que da vueltas

Desde hace meses, la cuestión del derecho de huelga ha sembrado discordia entre sindicatos, como la Unión Marroquí de Trabajadores (UMT), la Confederación Democrática del Trabajo (CDT) y la Unión General de Trabajadores Marroquíes (UGTM). . Estos sindicatos, muy conscientes de los problemas, insisten en la importancia de mantener un diálogo social estructurado.

Sin embargo, aunque las conversaciones se han intensificado, la falta de compromiso sobre algunos puntos clave está bloqueando cualquier progreso. El gobierno, en un intento de calmar la situación, optó por posponer indefinidamente la reunión inicialmente prevista con los interlocutores sociales. Un gesto que no hizo más que alimentar las especulaciones sobre un posible deseo de promulgar la ley vigente.

El miedo a una ley liberticida

El principal escollo reside en la percepción que los sindicatos tienen de esta ley: para ellos, se trata nada más y nada menos que de un intento de restringir un derecho fundamental, consagrado en la Constitución marroquí.

Si creemos a la UMT, esta ley podría limitar drásticamente el ejercicio del derecho de huelga, imponiendo procedimientos administrativos engorrosos y criminalizando ciertas formas de manifestaciones sociales. Lo que los sindicatos piden es una legislación acorde con los convenios internacionales, respetando al mismo tiempo las libertades sindicales.

Por su parte, los representantes de los empresarios (CGEM) piden una regulación estricta de los movimientos huelguistas, especialmente en sectores estratégicos. Piden una ley que garantice la continuidad de los servicios públicos esenciales y proteja a las empresas contra huelgas “abusivas” o “excesivas”.

Para los empleadores, la economía marroquí, que ya está luchando por recuperarse de la crisis pospandémica, no puede permitirse interrupciones laborales masivas que perjudiquen la productividad nacional.

El aplazamiento de las discusiones refleja un cierto impasse: ¿cómo podemos encontrar puntos en común entre los sindicatos que exigen garantías y los empleadores que exigen restricciones?

Las negociaciones en torno a esta ley están lejos de terminar, pero el clima actual difícilmente sugiere un resultado rápido. Cada partido mantiene sus posiciones y los sucesivos aplazamientos de reuniones no auguran nada bueno para el futuro.

Los sindicatos temen una maniobra del gobierno destinada a imponer una versión final del texto sin un verdadero diálogo, mientras la CGEM sigue presionando por una ley estricta que favorezca la estabilidad económica.

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