Los beneficios fiscales han empujado a las empresas a adoptar vehículos eléctricos en masa. Sin embargo, para los particulares, la transición parece más compleja, observándose a menudo un retorno hacia los coches térmicos.
Esta mañana, Philippe Steveny, propietario del grupo automovilístico del mismo nombre, fue invitado por Martin Buxant para hablar sobre la situación de los coches eléctricos en Bélgica.
Según él, si bien las empresas han adoptado en gran medida estos vehículos gracias a los incentivos fiscales, la mayoría de los particulares siguen siendo fieles a los coches térmicos.
Una locura fiscal sobre todo
El gobierno de Vivaldi favoreció en gran medida los coches eléctricos, especialmente en los negocios. De hecho, Philippe Steveny explica que las empresas recurren cada vez más a estos vehículos: “Con todas las ventajas fiscales que se han puesto en marcha, hoy, en todas las sociedades, son los coches eléctricos“.
Sin embargo, para los individuos la situación es diferente. “El particular vuelve al coche térmico para poder comprar un vehículo“, añade. Este regreso a los coches térmicos se puede explicar por varios factores.
Para Steveny, muchos de los que probaron la aventura eléctrica lo hicieron porque tenían paneles solares en casa y esperaban “poder producir su propia electricidad de forma gratuita“.
El fin de los beneficios fiscales podría cambiar las reglas del juego
La experiencia alemana ilustra este fenómeno: una vez retiradas las ventajas fiscales, las ventas de vehículos eléctricos cayeron. Bélgica podría seguir el mismo camino.
Philippe Steveny especifica: “Creo que Flandes ha decidido cancelar todos los beneficios fiscales. Era líder en coches eléctricos, en gran parte gracias a una red de carga bien desarrollada, lo que no ocurre en absoluto en Valonia.”
En consecuencia, la competitividad de los coches eléctricos podría quedar en entredicho, ya que “Entre un 30 y un 40% más caro que un coche térmico“.
Híbrido: ¿una solución temporal?
En cuanto al coche híbrido, ha cosechado un éxito notable, en particular gracias a su estatus intermedio entre térmico y eléctrico. Sin embargo, Steveny señala que muchos clientes que los adquirieron terminaron revendiendo su vehículo, en ocasiones sin siquiera utilizar el cable de carga. “En realidad fue sólo para aprovechar la ventaja fiscal.“, concluye.
En resumen, aunque las empresas belgas se han sentido atraídas por el coche eléctrico, los particulares siguen siendo más reservados. La evolución de las políticas fiscales jugará un papel determinante en el futuro de esta transición.
la política invita 7:50 am Martin Buxant Autos eléctricos