Ante la comunidad católica belga, el sábado por la mañana, el Papa volvió a abordar las consecuencias de la crisis de abusos sexuales en la Iglesia. Luego visitó inesperadamente la tumba del rey Balduino, deseando su beatificación.
El Papa no falta a este encuentro en ningún país. La del encuentro con el clero local, los sacerdotes, los religiosos, los laicos. A menudo se acuerda, pero chocó el sábado por la mañana en la inmensa basílica del Sacré-Coeur de Bruselas, la quinta iglesia más grande del mundo, situada en el barrio de Koekelberg, hoy predominantemente musulmán.
Habitualmente este tipo de asambleas se pueblan con cuellos romanos y velos de monjas. En Bélgica, fueron las mujeres laicas quienes dominaron la asamblea, lo que dio mucho dinamismo al encuentro a pesar del contexto de crisis eclesial.
Como preámbulo, cinco testigos, entre ellos tres mujeres, formularon a Francisco sus preguntas en torno al mismo problema: ¿cómo puede la Iglesia, desacreditada por los abusos y su crisis interna, anunciar a Cristo y el Evangelio? en un mundo que se ha vuelto indiferente?
«Despertar del letargo»
El Papa bastante sonriente pero cansado en el tercer día de su visita que comenzó…
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