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escribió un libro sobre la historia del tren en Dordoña

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“Cuando el ferrocarril cruzó el Périgord” (1): esta conjugación en tiempo imperfecto pone en perspectiva lo que era la red ferroviaria del departamento, hace décadas. Rudi Molleman, afincado en Dordoña desde hace más de veinte años, se ha tomado el tiempo de profundizar en los archivos y recorrer líneas hoy abandonadas para contar la gran historia del tren. El autor, también corresponsal de “Sud Ouest” en el sector de Payzac, desliza: “Es un mundo de entusiastas. Mi objetivo era dirigirme al público en general. »

Saint-Michel-de-Rivière

Por ello, Rudi Molleman ha decidido abandonar la jerga técnica para favorecer las huellas (vías, estaciones y otros viaductos) que el ferrocarril deja en el paisaje. “En el departamento no sólo hay prehistoria y buena comida, también hay trenes”, bromea el interesado.

Esta gran historia comienza en 1852, cuando se puso en servicio la línea Angulema-Burdeos. ¿Sabías? El primer pueblo del Périgord que acogió el tren en su territorio fue Saint-Michel-de-Rivière (municipio de La Roche-Chalais).

“En el departamento no sólo hay prehistoria y buena comida, también hay trenes”

El desarrollo de la red, en la segunda mitad del siglo XIX, trastocó los eternos hábitos de viaje de los lugareños. “El tren fue una apertura al mundo y por fin pudimos movernos más fácilmente en el Périgord. Podríamos, por ejemplo, tomar el tren de Nontron a Sarlat”, ilustra Rudi Molleman, que se propuso documentar cada una de las líneas que cruzan el departamento. Y añade: “El primer cierre se produjo en 1938. Algunas redes estaban mal construidas, en particular la de Angoulême-Marmande. Fuimos allí, sección por sección. Tardamos doce horas en llegar y no pudimos volver. »

Este tranvía rural de vía estrecha

El auge del coche y el coste del mantenimiento de las vías han acabado condenando a determinadas líneas. “La carretera acabó con el ferrocarril”, desliza Rudi Molleman. La paradoja es que el patrimonio vinculado al tren se ha recuperado desde hace varios años. “Muchas estaciones se han convertido en viviendas y en sus alrededores se están desarrollando vías verdes”, describe el autor del trabajo. La remodelación de la estación Carlux para convertirla en un espacio cultural llamado Robert-Doisneau forma parte de este movimiento.

“El público interesado en el mundo ferroviario es bastante joven”, continúa Rudi Molleman. Este último empezó a escribir esta obra tras el éxito de su libro sobre el Tacot, una especie de tranvía rural de vía estrecha. “Después de hablar del Tacot, muchos lectores me dijeron que debería seguir escribiendo sobre el tren más grande”, bromea el interesado.

Sabe que parte de lo que describe ha terminado: “Los caminos pasados ​​nunca volverán. » De ahí el interés por escribir esta gran historia.

(1) De Éditions du Perce-Oreille, 25 euros.

Dedicatorias

Rudi Molleman dedicará su trabajo este domingo 22 de diciembre en Marbot, en Périgueux, así como el lunes 23 y el martes 24 en el centro cultural Leclerc de Trélissac.

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