Voltaire escribió una vez: “La lectura ensancha el alma y un amigo iluminado la consuela”. Si no puedes regalarle a un amigo por Navidad, regalale un libro, que puede ser lo mismo. Al menos según Marcel Proust, para quien “Leer es amistad”.
Hace poco leí con placer el cuento de Sophie Parlatano Erbrich, “Mémoire vive”. La vecina de Arnex-sur-Nyon pinta un retrato de sus abuelos italianos a quienes no conocía, pero a quienes amaba, desenredando con una pluma sensible los hilos de un recuerdo familiar fragmentado.
Otro libro para esconder bajo el árbol, igualmente de elaboración local: “Artisanes”, del fotógrafo Vincent Guignet y del autor Blaise Hofmann. Una inmersión inspiradora y bien documentada en el taller de diecinueve mujeres que convirtieron una pasión en una profesión, contra todo pronóstico.
Por último, en la sección de literatura infantil (a partir de 7 años), Saint-Preyards Cédric Cassimo y Victoria Giorgini han diseñado tres álbumes con un humor contagioso en torno al personaje de Schinki. Un jabalí con carácter de cerdo, cuyas divertidas aventuras entre sus (casi) compañeros vienen directamente del zoológico de Servion.
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