Esta (buena) idea planteada, Harlan Coben debe darle cuerpo y aquí es donde surge rápidamente el problema. Para engañar a su lector –y lo consigue a pesar de sí mismo– siembra pistas y multiplica pistas y personajes falsos. Tanto es así que rápidamente nos ahogamos en un océano de apellidos cuyos vínculos resulta difícil de entender. Esto es voluntario, por supuesto, ya que la dificultad para los investigadores es armar el macabro rompecabezas. Porque los cadáveres se están acumulando…
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La otra buena idea del escritor es incluir a su público en la construcción de los asesinatos, cuidadosamente preparados por su asesino en serie. Este último, en primera persona, relata su modus operandi, sus localizaciones y luego su acto. Escalofriante, pero eficaz.
¡Ay!, volvemos a ello, al intentar complicarlo todo, Harlan Coben termina molestando. Las relaciones románticas de Myron –que dio a luz un hijo a su expareja que se convirtió en la esposa de Greg-la-falsa-muerte–, las supuestas amantes del mismo Greg, las afligidas madres de los supuestos amantes… En definitiva, nos perdemos en él y el placer de la lectura disminuye con cada nuevo giro en falso. Tanto es así que a mitad del libro, en lugar de alegrarnos de que todavía queden tantas páginas como las que ya hemos leído, empezamos a preguntarnos con qué pirueta va a escapar el escritor de la trampa que él mismo creó.
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todo eso por eso
Y ahí, una nueva decepción: si bien todo parece insoluble –aunque, como hemos dicho, tener un amigo multimillonario propietario de un jet privado te ayuda a salir de muchas situaciones–, todo se aclara en el espacio de unos pocos capítulos y, en En el cerebro de Myron, todos los engranajes encajan perfectamente. El lector se dice “¿todo eso por eso?”. Esperábamos una auténtica sorpresa, un giro magistral y, al final, tuvimos que conformarnos con otro psicópata más cuyas motivaciones nunca se explican.
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Sin duda, los primeros seguidores del escritor estadounidense no rehuirán el placer de encontrar a Myron Bolitar, un héroe recurrente desde el principio (su primera aparición se remonta a 1995 en incumplimiento de contratopublicado por Éditions Fleuve Noir), los lectores un poco más exigentes lamentarán una trama mal elaborada y un tanto descuidada. Muy ocupado con las adaptaciones de sus libros por la plataforma Netflix, ¿el maestro del suspense se ha olvidado de pensar en literatura antes de pensar en series?
⇒ Tener cuidado | Suspense | Harlan Coben | Belfond, 384 págs., 23 €, digital 16 €
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