LA CRÓNICA DE ÉTIENNE DE MONTETY – Dando la espalda a los libros populares en los que los autores ajustan cuentas con sus padres, Gwenaële Robert pinta un fresco colorido de sus años de infancia en un entorno bucólico y lleno de ternura.
Gwenaële Robert se dio a conocer gracias a hermosas novelas basadas en la historia y el héroe de Charlotte Corday, la caballero de Limoléan o el comandante del sur Semmes, héroe de la batalla naval de Cherburgo. Esta vez, bienvenidos al XX.mi siglo, con una heroína que bien podría ser la autora. Con el pretexto de retomar su tesis, la narradora se dirige a Ermenonville, ciudad al norte de París donde Rousseau murió en el escenario más bucólico, el jardín de su amigo el marqués de Girardin. Una muerte bucólica que contrastaría con el Terror que se avecinaba: Jean-Jacques había sembrado el viento, Francia iba a cosechar la tormenta.
¿Por qué eligió a este personaje ambiguo de la literatura francesa, un buen escritor y autor de memorias quejoso y locuaz? Ella no puede explicarlo. ¿Hay que encontrar la explicación en una adolescencia vivida a pocos kilómetros de distancia, en una familia regida por principios originales de educación? Tomado de laEmilio? Eso sería…
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