Influencers, tu universo despiadado
La serie comienza el día en que la pequeña Kimmy (Vittoria Andreoli), hija menor de Mélanie (Doria Tillier) y Bruno Diore (Sébastien Pouderoux), es secuestrada mientras se preparaba para filmar un nuevo episodio de “Happy Récré” para la cuenta de Instagram con millones de seguidores. A cargo de la investigación, la jefa de brigada Sara Roussel (Géraldine Nakache) y sus equipos (entre los que se encuentran Oussama Kheddam, India Hair y Panayotis Pascot) saben que cada hora cuenta y que existen tres pistas: un pervertido sexual, una venganza familiar o reacción de un éxito que hace que la gente sienta envidia.
Un thriller aumentado
A lo largo de los seis episodios de la serie, el público queda atrapado en la trama de una película de detectives: ¿Encontraremos a Kimmy y en qué condiciones? Lejos del libro que comenzó con El origen del pecado: el reality show, la serie es, por tanto, un thriller con sus figuras retóricas más bien clásicas. Está el jefe traumatizado y valiente, el joven recién llegado que acaba de llegar, la chica de gran corazón, el juez que tiene una relación un poco demasiado fuerte con la mujer policía, los padres de la víctima que son ultramentirosos y ultraturbios. Y muchas cosas jugosas reveladas en el camino. Pero también están, y sobre todo, estos fans invisibles, entre los cuales cada adulto ve a alguno de sus hijos. Y también toda esta gente que no vio nada del secuestro de una niña de 6 años a las cinco de la tarde, a plena luz del día. Sin una pedagogía cruda, la película nos hace pensar en lo que dejamos pasar día tras día desplazándonos pasivamente o dejando que suceda sin tener idea de lo que les está pasando a nuestros jóvenes.
La sociedad del entretenimiento sobreexpuesta
La cuidada puesta en escena de la serie es una bofetada que la hace adictiva: el algodón de azúcar neón y almibarado del programa de Instagram contrasta con la naturaleza oscura y clínica de la vida en una moderna comisaría de policía y las interminables escaleras de muchas calles suburbanas. edificios. Mención especial para todos los actores y actrices, incluidos los pequeños papeles muy pulidos: Chantal Lauby como una abuela castradora y Jacques Weber como un idealista marxista desencantado. Porque sí, a diferencia del himno de Natasha Saint-Pier elegido por la madre influencer, la música de la serie es lúdica y bien elegida y las psicologías están agudizadas al máximo. Tanto es así que en este thriller de altísimo nivel todas las preguntas tan personales que nos hacemos sobre nuestra sociedad del entretenimiento salen a la perfección, trasladadas a esta mano aumentada que es un smartphone. Bellamente marcado en el rostro de Géraldine Nakache en la cima de su forma, el capitalismo ha cambiado de forma, de una vez por todas, y las clases pequeñas y medias son tanto más culpables cuanto que participan en una ideología mortal por derecho propio.
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