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Este libro muestra cómo se le “dio” el poder a los nazis.

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Este libro, publicado este jueves por Tallandier, está firmado por Johann Chapoutot, Christian Ingrao y Nicolas Patin, tres expertos en este periodo de la historia alemana que hundiría a Europa y al resto del mundo en una nueva guerra total.

“A finales de 1932, los nazis estaban cocinados…”

El ascenso del partido nazi, el NSDAP, hasta el nombramiento de Adolf Hitler como canciller en 1933 no fue precisamente una ola irresistible, sino que estuvo plagado de sobresaltos. “A finales de 1932, los nazis estaban en una situación muy difícil. Hitler hablaba de suicidarse, Goebbels se deprimió”, subraya Johann Chapoutot, profesor de Historia en la Sorbona.

Ese año se celebraron en Alemania dos elecciones legislativas. La primera, en julio, fue un triunfo para los nazis. La segunda, en noviembre, no tanto, aunque siguieron siendo el partido líder. En dos ocasiones se formaron gobiernos sin ellos. La estrategia de tomar el poder por “vías legales” despertó fuertes dudas en el interior del país.

La apuesta de Hitler para desbloquear un sistema político en crisis…

Luego, en enero de 1933, el presidente de la República de Weimar, Paul von Hindenburg, y un ex canciller conservador, Franz von Papen, apostaron por el nombramiento de Adolf Hitler como canciller para desbloquear un sistema político en crisis.

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Si hay una razón que explica la llegada de los nazis al gobierno, mientras una parte de su electorado empieza a alejarse de ellos, “son precisamente las intrigas de palacio, las reuniones secretas de pasillo y los encuentros más o menos secretos entre Papen, Hitler y los consejeros más cercanos de Hindenburg”, escriben los tres historiadores.

“Las élites en el poder trabajaron para lograr su éxito”.

“Hitler no llegó a ser canciller el 30 de enero de 1933 por la magia de las victorias electorales. No sólo utilizó constantemente la amenaza de la violencia y la guerra civil, con la ayuda de las tropas de asalto, además de la herramienta electoral, sino que las élites en el poder también trabajaron para su éxito”, añaden.

Los nazis, en la oposición, habían avanzado a costa de una derecha liberal entonces bastante débil y de una extrema derecha tradicional que no contaba con una fuerza de ataque militante propia. Una vez en el ejecutivo, sabrían que no debían abandonarlo hasta que se instaurara una dictadura, el Tercer Reich.

“Los nazis siempre piden el Interior”

Para lograrlo, “los nazis siempre piden ayuda al Interior”, el ministerio clave para ellos, señala Christian Ingrao, director de investigación del CNRS.

Su otra estrategia política, descrita en “El mundo nazi”, es pintar la vida política del período de entreguerras como una elección, en blanco y negro, entre el caos de una revolución comunista y el orden del que sólo ellos serían los garantes.

“Liberales autoritarios moderadamente democráticos y muy pro-empresariales en el poder”.

Johann Chapoutot, que no oculta sus opiniones políticas de izquierda, considera menos relevante la comparación entre el NSDAP y los partidos de extrema derecha actuales que la que existe entre “los liberales autoritarios en el poder” en aquel momento y los de hoy, “que son moderadamente democráticos y muy pro-empresariales”.

Marxismo, pánico moral y… progresismo

“Aquellos que decidieron que el verdadero peligro era el marxismo y que alimentan el pánico moral. El despertar, en ese momento, se llamaba bolchevismo cultural. Decidieron que había que hacer todo lo posible para evitarlo”, describe.

En la portada del libro, cientos de brazos hacen el saludo nazi o agitan la bandera con la esvástica en Berlín en julio de 1940. “Intentamos mostrar cuál era la fuerza de atracción y seducción del nacionalsocialismo en círculos muy diversos: desde las élites hasta las masas obreras, la gente común, los artesanos, etc.”, explica Christian Ingrao. “El nazismo era un auténtico Volkspartei, es decir, un partido que trascendía tanto los grupos de edad como las clases sociales”.

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