Libro: En la discoteca de Serge Gainsbourg de Stéphane Girel y Christophe Geudin

Libro: En la discoteca de Serge Gainsbourg de Stéphane Girel y Christophe Geudin
Libro: En la discoteca de Serge Gainsbourg de Stéphane Girel y Christophe Geudin
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En la discoteca de Serge Gainsbourg / Stéphane Girel y Christophe Geudin / Seghers, 192 páginas, 25 euros.

Con la apertura del Museo Gainsbourg en París, los fans del músico tienen la oportunidad de entrar en su intimidad, de llenarse la cabeza de numerosas anécdotas, de tantas pequeñas historias que nos gusta asociar a su atronadora personalidad. Sin embargo, el redescubrimiento de Serge Gainsbourg en torno a varios proyectos, por lo tanto el museo, pero también el Libro de gananciasobra de referencia publicada en 2019, permite superar esta imagen de Epinal para interesarse por la obra del músico, por su forma de componer y de vivir la música.

En casa de Gainsbourg, en la calle Verneuil, vemos montones de libros, oímos hablar de películas vistas en familia, descubrimos la música que suena gracias a los numerosos discos apilados por el músico a lo largo de su carrera. Un entorno artístico e intelectual que ha seguido inspirando a Gainsbourg e informando su relación con el mundo.

Nueva contribución a esta reflexión, En la discoteca de Serge Gainsbourg es un exploración detallada discos, casetes y discos compactos que a Gainsbourg le gustaba acumular. Ricamente ilustrado en una cuidada edición, el libro se basa en una minuciosa investigación que combina el estudio del inventario de discos conservados en su casa, la observación de fotografías en las que aparecen vinilos o CD de fondo y el análisis detallado de las numerosas entrevistas en las que habló Gainsbourg. sobre sus músicos favoritos y sus múltiples influencias.

gran espectro

El resultado es una discoteca que dialoga con un espectro muy amplio de géneros musicales que los autores, Stéphane Girel y Christophe Geudin, presentan en orden cronológico. Entre 1928 y 1959, Gainsbourg contrató a Billie Holiday, a quien elogió por su talento para dar inflexión particular a las palabras que cree poder reproducir en sus juegos con la lengua francesa, Miles Davis, con quien compartirá pianista, René Urtreger, y Alfred Cortot, el mayor descifrador según él de la obra de Chopin.

Con el siguiente período, nos interesamos en las relaciones de Gainsbourg con la música cubana, Celia Cruz, y el blues americano, Screamin’Jay Hawkins. Luego vinieron el rock, los Beatles, los Rolling Stones, Lou Reed, David Bowie, Jimi Hendrix, grupos comerciales, Ohio Express, figures de la soul y el funk, James Brown, Prince o Sade, y el reggae, Bob Marley and the Wailers.

El libro también puede considerarse un documento fascinante sobre la apropiación de la música de habla inglesa en París.

Verdadero mapa mental de las influencias de Gainsbourg y del modo en que se manifestaron concretamente en su carrera, el libro evoca una serie de préstamos literales: Miriam Makeba y su título “Umqokozo” para “Allá es natural” y “Pobre Lola”; el album Tambores de pasión del nigeriano Babatunde Olatunji saqueado con “New York-USA”, la “Danza húngara nº 4 en fa menor” de Johannes Brahms que se puede encontrar en “Things Things”, así como referencias además difundecomo el primero de George Gershwin que el pequeño Gainsbourg estudió piano desde los 6 años.

Golpe de jazz

A lo largo del texto, Gainsbourg dale la espalda a la música francesa –salvo algunas excepciones, entre ellas un bello pasaje sobre Boris Vian– para volver su mirada hacia América, Inglaterra y el Caribe, donde buscará referentes y colaboradores. Como tal, el libro también puede considerarse un documento fascinante sobre la apropiación de la música de habla inglesa en París. En la tradición del hard bop, por ejemplo, Gainsbourg pone poco énfasis en John Coltrane o Sonny Rollins pero está entusiasmado con Jackie McLean.

Ahora bien, esto, más allá de sus gustos personales, se explica por el hecho de que descubrió la música de este saxofonista en el Théâtre de Lutèce en 1962 durante la representación de la obra de Jack Gelber, La conexión. Gainsbourg queda impresionado por la fuerza de la puesta en escena y la modernidad de la música. Coincidencia de su exposición al jazz, pero también testimonio de la locura de los intelectuales parisinos para las luchas afroamericanas, McLean se convertirá en su favorito, el que lo impulsó hacia un jazz contundente que nunca dejará de admirar.

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