El homo democraticus y sus excesos

El homo democraticus y sus excesos
El homo democraticus y sus excesos
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Se trata de una obra que parece perfectamente apropiada, cuando la desestabilización geopolítica del mundo va acompañada de grandes temblores en cuanto a la solidez de la democracia francesa. Centrándose en el Homo democraticus, el sociólogo Dominique Schnapper analiza detalladamente, con una redacción educada y clara, los términos de debates muy actuales.

Su título es un guiño filial e intelectual a un ensayo de Raymond Aron, publicado en 1969, “Las desilusiones del progreso”. Allí analizó la dialéctica de la modernidad, la igualdad y la universalidad. Schnapper continúa y actualiza su propio trabajo sobre la democracia, como trascendencia de la idea de ciudadanía y como encuentro de diferentes individuos así como de diversas colectividades históricas.

Se trata, apoyándose en particular de los conocimientos de una sociología seria, yendo en contra de cierta escuela francesa de lo abstruso, de estudiar las tensiones de la modernidad democrática. Estos abarcan la historia y ven el horizonte universal y las demandas de reconocimiento se encuentran, o incluso confrontan, el proyecto republicano y el proyecto comunitario, el ciudadano abstracto y el individuo concreto, la asimilación y la diferenciación y, podríamos agregar en términos más políticos, la integración y la criollización. .

Democracia “providencial”

La democracia enfrenta desafíos externos (China, Rusia, el “Sur Global”, etc.) y sus demonios internos. Estos últimos, encarnados en la crítica radical, y a veces violenta, de ciertos intelectuales y movimientos, constituyen el material de Schnapper.

Esta democracia extrema radica en la aspiración a una deconstrucción de las instituciones, que ciertamente tienen sus imperfecciones, para lograr un igualitarismo radical.

Insiste en los excesos de una democracia que califica de extrema. Esta democracia extrema radica en la aspiración a una deconstrucción de las instituciones, que ciertamente tienen sus imperfecciones, para lograr un igualitarismo radical. De manera muy convincente, Schnapper sostiene que el debate en torno a la democracia se ha centrado demasiado en lo que ella llama “democracia providencial” y el bienestar material que pretende garantizar.

Aunque las mejoras son significativas, tanto en términos de libertades como de igualdad, siguen siendo insuficientes. Schnapper sigue aquí explícitamente el camino tocquevilliano, enfatizando que cuanto más se reducen las disparidades, más insoportables parecen las disparidades residuales.

Homo democraticus, eternamente insatisfecho

Dado que la democracia es un ideal siempre inacabado de reconciliar la diversidad y la igualdad, la insatisfacción siempre estará presente, transmitida por demandas muy audibles, incluso cuando aumenten la redistribución y la intervención estatal. Dado que “la democracia sólo puede decepcionar a los demócratas”, el Homo democraticus está eternamente insatisfecho.

“La democracia providencial”, escribe el autor, “alimenta frustraciones e indignación. » Por lo tanto, la democracia siempre experimentará insuficiencias, incompletitud, incompletitud, críticas y autocrítica. “Está en la naturaleza de la democracia criticarse a sí misma, siendo esta autocrítica al mismo tiempo el ejercicio y el indicador de la libertad política. »

Hoy, las diferencias, a veces exageradas en su presentación, entre los principios proclamados y las realidades observadas provocan, en nombre de la democracia, ataques contra la democracia, como sistema político, como forma de sociedad. Los proyectos reales de revolución social e intelectual encarnan esta democracia “extrema”. Schnapper participa aquí, de manera tranquila pero también comprometida, en las controversias contemporáneas sobre los estudios y movilizaciones feministas y decoloniales.

Wokismo y caricatura

Estos siempre tienen el interés sociológico de interesarse por cuestiones no resueltas, de añadir variables (género por ejemplo) para comprender mejor el mundo. Sin embargo, sus dimensiones caricaturizadas, encarnadas en particular en el “wokismo”, corren el riesgo de distorsionar valores y principios esenciales, mientras que los activistas de estas causas pretenden hablar a su favor.

Rechazando los matices y las contradicciones, exigiendo la novedad perfecta y la encarnación del bien, la crítica radical a menudo aparece, en el debate público, en sus dimensiones que son en sí mismas extremas hasta el punto de la caricatura. Más fundamentalmente, la crítica radical de la democracia la pone a prueba en nombre del supuesto fracaso de un modelo. Con el fervor religioso, las minorías activas caen en la irracionalidad (cuando refutan la idea misma de objetividad) y en una deriva potencialmente totalitaria (limitando en particular la libertad de expresión).

Toda la esencia del análisis se resume en la conclusión: “El Homo democraticus contemporáneo acepta cada vez menos las insuficiencias de la democracia, a pesar de que los acontecimientos se están moviendo en la dirección de sus demandas. » Pregunta abierta y preocupante: ¿sobrevivirá la democracia a las críticas realizadas en nombre de la democracia “extrema”?

Las desilusiones de la democracia

ensayo

Por Dominique Schnapper. Ediciones Gallimard, 288 páginas, 22 euros.

julián damón es redactor jefe de “Constructif”.

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