En el bullicio que invade la feria del libro y de la prensa juvenil de Montreuil se esconde, al margen, un espacio como ningún otro. En su puerta de entrada rosa se lee “La Burbuja”, además de algunos pictogramas: un ojo bizco, símbolo de problemas visuales, un personaje en silla de ruedas, signo de discapacidad motriz. Una cara duplicada, por fin, para la discapacidad mental.
En la pequeña sala alfombrada, dos niños en sillas de ruedas pasan tiempo leyendo, en compañía de Stéphanie Bourguignon, actriz y audiodescriptora. “ ¡Yo soy el lobo! ¡Aaaaaa! »leyó con energía. Félix, de 10 años, y Abdoulaye, de 13, sonríen hasta quedarse boquiabiertos. “ A Abdoulaye le encanta que le cuenten historias, ¡sobre todo cuando están bien hechas! » dice Valéry, educador especializado. “En la Burbuja descubrimos toda una gama de literatura adaptada”presenta Stéphanie Bourguignon.
Trastornos autistas, discapacidades visuales o auditivas, trastornos DYS, discapacidades motoras… Cada uno encontrará aquí un libro adaptado a su discapacidad, tanto en el contenido como en la forma. “Si el niño es disléxico, tenemos este libro Fácil de leer y entender (FALC), en letra grande, con letras de colores y líneas espaciadasguía Stéphanie. Si tiene discapacidad visual, aquí encontrará audiolibros, en braille o libros táctiles. » Su favorito: el álbum. mi herbario de florespublicado por la casa Mis manos en oro, en el que es posible deslizar los dedos sobre flores con materiales plásticos suaves, rugosos…
Editores “adaptados”
Pero la literatura adaptada no se detiene en la Burbuja. En el primer piso, entre las 400 editoriales expositoras, varias venden este tipo de libros. Éste es el caso, por ejemplo, de Ediciones Kilémaque ofrece 28 obras. En la categoría “adolescente”, la famosa Tres mosqueteros están apilados al lado Sherlock Holmes. Lado del teatro, Cyrano de Bergerac también tiene su versión adaptada, llena de colores, instrucciones y explicaciones añadidas para iluminar a públicos cuya comprensión es más complicada.
En el stand de enfrente, La gallina que pone presenta trabajos adaptados a los trastornos DYS. En los cómics, álbumes y novelas cortas que aquí se encuentran, las letras mudas están subrayadas y las palabras “silabizadas”, es decir coloreadas según sus sílabas. “ De esta forma, los niños DYS son más capaces de grabar palabras en sus cabezas”.explica Valentin Mathé, fundador de la casa y él mismo disléxico. Y parece funcionar: “Las investigaciones de Quentin y Sophie¡Ya hemos vendido 10.000 copias! »sonríe el editor.
Como otras diez editoriales, La gallina que pone parte del colectivo Editores atípicosfundada hace un año. Su objetivo: convencer a la gente de la importancia de estos libros: “ La lectura es un derecho fundamental. Sin embargo, para aquellos que no pueden asistir, es aún más burlado que los demás.insiste Cécile Arnoult, directora de Kiléma Éditions, durante un encuentro profesional sobre el tema de la accesibilidad y la inclusión. Tener acceso a la literatura que les encanta significa para ellos ir más allá de los límites de la discapacidad. »
Falta de visibilidad
Para Valentin Mathé, la creación del colectivo es una señal del auge de la edición adaptada: “ Está sucediendo, el sector se está estructurando. Incluso las grandes editoriales están empezando a crear libros adaptados”testifica. Este es el caso, por ejemplo, de la colección digital “Me gusta leer dis” diseñada en 2018 por Bayard Jeunesse (propiedad del grupo editorial de la cruz). « Gracias al formato digital, el niño elige por sí mismo si quiere pistas visuales, definiciones, una fuente concreta, etc. », enumera Dimitri Chambon, ex responsable de libros digitales. Así, queda claro que “ el libro adaptado forma parte de la inquietud editorial actual entre los jóvenes, apoya Sylvie Vassallo, directora del Salón de Montreuil. Pero no siempre encuentro suficiente visibilidad.. »
De hecho, el sector se enfrenta a ciertos obstáculos. Empezando por el precio de las obras, que cuestan más que las demás, entre 20 y 26 euros cada una, por ejemplo en Un dilema. En cuestión: “ Hay más colores, ilustraciones, el papel es más grueso para evitar transparencias.explica Louise Mailloux, directora editorial. Y optamos por contratar personas con discapacidades para la revisión, lo que aumenta los costos de producción. »
A pesar de estas dificultades, los editores adaptados no pierden la esperanza: “ Es un tema social que va mucho más allá del libro, dice Cécile Arnoult, madre de un niño con síndrome de Down. Lo que realmente importa es si queremos seguir excluyendo a una parte de la población o si queremos abrirla al mundo. » Una señal, una vez más, de que los libros infantiles catalizan cuestiones mucho más amplias que el simple número de sus páginas.