1. Levantarse
Sofía Fontanel. © Dorian tonto
Cuidado con la dulzura de “Couver un astre”, es incontenible… Este texto encantador es un objeto tan iconoclasta como su tema: el pebetero que alberga la llama olímpica. Pero sí, esta historia cuenta la historia de un arrebato, el de la escritora por lo que ella llama la Estrella o la Bola. Sin embargo, su primer encuentro tuvo lugar a distancia, en la televisión de una isla griega, el 26 de julio porque, como muchos, Sophie Fontanel había despegado antes del verano olímpico.
Sophie Fontanel construye una obra en la que a menudo se desnuda
De cerca, desde su apartamento con vistas a las Tullerías, la Boule es una revelación. Ella se mueve, está viva, se le ofrece. Ella es todo lo que ha soñado desde pequeña: volar. Toca el cielo. Aún más cerca, entre la multitud que se acercó a contemplarla, una sensación de obviedad se apodera de ella, la iluminación es colectiva, el “éxtasis rebota de corazón a corazón”. “Brooding a star” expresa la experiencia de la belleza. Cómo tiene este poder de conectar a los hombres, de darles confianza, de liberarlos, de elevarlos. Para revelarse cada uno también a sí mismo. “L’Envie”, “Une apparition”, “Capital de la dulzura”, Sophie Fontanel construye una obra en la que a menudo se desnuda. Pero la forma en que este Baile, de repente, revela su condición con absoluta verdad inspira a la autora a escribir las páginas más deslumbrantes que jamás haya escrito. Una multitud se apresura a verla, un niño quiere subirse a los hombros de su madre, Sophie Fontanel le ofrece los suyos: “Lo sujeté por las muñecas para estabilizarlo. La suavidad de su piel me perturbó. Así era la vida de la gente, el contacto con una epidermis inmensamente frágil. Blandura. » Página 105 es el receptor más hermoso del corazón.
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“Cubre una estrella”, de Sophie Fontanel (Éditions Seghers, 125 p.)
2. Relájate
María Roberto. © Roberto Frankenberg
Consolar a sus semejantes es el objetivo que siempre ha impulsado a Marie Robert, la joven filósofa de sonrisa luminosa. Desde la publicación de su primer libro en 2018 (“Kant, ya no sabes qué hacer, la filosofía permanece”), ha surgido de sus escritos una coherencia real que sin duda explica su éxito (ha sido traducido a quince países). Y que nos lleva hoy al ensayo que sintetiza todos los demás, “El milagro del consuelo”. Aborda temas esenciales: cómo la belleza puede curarnos, por qué la amistad es la base de nuestra existencia, cómo la ficción nos ayuda a vivir, de dónde viene el papel esencial del asombro.
Su forma de vigorizar nunca implica grandes mensajes abstractos.
Lo hace apoyándose en grandes autores, Rousseau, Kant o Nietzsche, pero también buscando ejemplos cotidianos, aportando soluciones concretas, evocando su propio viaje. Porque detrás de su cálida sonrisa percibimos un alma sensible y preocupada, presa también de la duda. Su forma de vigorizar nunca implica grandes mensajes abstractos. Es más como un amigo que te pone una mano en el hombro y te ayuda a aguantar. Por eso es tan valioso.
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“El milagro del consuelo”, de Marie Robert (Flammarion, 272 p.).
3. Cálmate
¿Qué hacer con los monstruos y sus obras? ¿Deberíamos dejar para siempre de escuchar a Michael Jackson, de ver las películas de Roman Polanski o de sentirnos extasiados ante las pinturas de Picasso? Estas preguntas, fascinantes porque es muy difícil darles una respuesta clara, son los puntos de partida de este libro imprescindible. La crítica de cine Claire Dederer inventa una herramienta práctica para ayudarnos a convivir con estos “monstruos” a los que no podemos dejar de amar.
¿Cómo acercarse a los contaminados tras la condena moral y dónde colocar los cursores?
Ya sea que le interese el “genio” (que sacrifica todo por su arte, para bien o para mal), la “rockstar” (cuyos excesos son la propia naturaleza) o el “monstruo” (la mujer creadora que abandona a sus hijos a darse la oportunidad de vivir su vida como artista), Dederer sugiere pensar en sus fracasos a través del prisma de la “mancha”, en lugar de la monstruosidad. “Al principio, la tarea es un acto, un instante tomado en el tiempo”, pero irremediablemente colorea, difunde y contamina la recepción de la obra. Entonces, ¿cómo abordamos a los contaminados después de la condena moral y dónde deberíamos colocar los cursores? Para sacarnos del callejón sin salida, el escritor recuerda algunos elementos simples: nuestra relación con las obras es emocional e íntima – la moral juega un papel secundario; “el arte que consumes no te convierte ni en una mala ni en una buena persona”, y nuestra elección de seguir leyendo o no a Virginia Woolf o Edith Wharton (muy buenas representantes del antisemitismo de su época) no tiene, en el fondo, ninguna importancia; y por último, no juzguemos demasiado rápido, porque todos somos monstruos en potencia. Claire Dederer camina sin afirmarse nunca, se permite pensamientos complejos y “sí, pero” sin rendirse, y nos toma de la mano con una generosidad singular.
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“Los monstruos. ¿Separar la obra del artista? », de Claire Dederer, traducido del inglés por Carine Chichereau (Grasset, 352 p.).