CRÍTICA – El autor consigue hacernos descubrir una realidad poco conocida: la organización única del campo, su jerarquía, sus alianzas, sus categorías.
Adentrarse en esta novela es aceptar mirar el alma humana directamente a los ojos. Primero, en su peor momento. En Buchenwald, en 1944, lo normal para los prisioneros no era simplemente morir de hambre, ser golpeados hasta la muerte por los nazis, no ser hacinados por cientos en bloques, ni ser tratados como perros”,peor que los perros».
También significa ser utilizados como conejillos de indias. Ding-Schuler, un médico de poca monta, ya imagina descubrir una vacuna contra el tifus. Una vacuna que llevaría su nombre. Sus experimentos son sorprendentes, sus víctimas, cuidadosamente seleccionadas, son cada vez más numerosas. Sin embargo, fue gracias a sus repugnantes “pruebas” que tres de los treinta y siete oficiales de inteligencia aliados encarcelados en el campo lograron la fuga más improbable.
Estos tres héroes se llaman Forest Yeo-Thomas, conocido como Yeo, Harry Peulevé y Stéphane Hessel. Son ingleses para los dos primeros, franceses de origen alemán para el tercero. Son ellos y todos sus compañeros de desgracia quienes reavivarán nuestra esperanza en la humanidad. Su valentía, su sentido del deber, de la amistad, su infinita rectitud te dejan sin palabras.
Enorme documentación
Para escapar de Buchenwald se necesitan cómplices. Se está poniendo en marcha una cadena de solidaridad. Entre ellos, los extraordinarios Alfred Balachowski y Eugen Kogon. Dos intelectuales, dos prisioneros al servicio de Ding-Schuler. ¿Su idea? Realizar robo de identidad. Disponga que los tres agentes ocupen el lugar de tres moribundos, conejillos de indias para la vacuna contra el tifus, para facilitar su fuga. Pero nada saldrá según lo planeado.
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De un libro de historia, Último en la lista Luego se convierte en un thriller. La tensión está en su punto máximo. Gracias a una enorme documentación que consigue hacer fluida, Grégory Cingal consigue hacernos descubrir una realidad poco conocida: la organización única del campo, su jerarquía, sus alianzas, sus categorías (judíos, comunistas, presos de derecho común, homosexuales). .
El peligro está en todas partes, no puedes confiar en nadie, un paso en falso y te colgarán. O peor. La realidad supera entonces con creces la ficción. Pero tenemos que actuar rápidamente. Yeo, el de mayor rango, debe elegir entre los doce oficiales que pronto serán ejecutados dos candidatos para escapar. Sólo dos, más y la operación podría fracasar. Una elección difícil. Setenta años después, Stéphane Hessel todavía se pregunta: ¿por qué yo y no otro?
Enlaces irrompibles
Al poner un nombre a estos combatientes de la resistencia, al revelar los increíbles riesgos que no dudarán en correr, Grégory Cingal les rinde el homenaje más hermoso.
Celebrar a estos hombres también significa recordar sus vínculos inquebrantables, su camaradería inquebrantable, sus sueños, la única cura para el dolor, su loca esperanza de algún día volver a encontrar a sus seres queridos. De los tres fugitivos, sólo Stéphane Hessel podrá rehacer su vida. Amante de la vida y la literatura, este optimista incansable logró lo imposible: nunca olvidar la belleza del mundo.
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