lEl título elegido por François Durif para su segundo libro, ya vuelvosignifica “ya vuelvo”, pero nos gustaría traducirlo como turno (giro) abrupto, en plural además, ya que este libro se compone de giros, cambios en ángulo recto y bucles repentinos, en los que el autor intenta mantener el rumbo en todos estos trastornos.
El primer punto de inflexión, sin embargo, prometía ser feliz, (casi demasiado) cómodo: después de años de penurias, la salida del mundo del arte y luego un trabajo en la industria funeraria (recontado en Espacio de rastreo), François Durif se convierte en residente de la Villa Medici. Un año sin más cuestiones financieras o incluso existenciales, desde que se definió y reconoció un proyecto claro: marcar sus archivos, aligerarlos, despejar el camino. Escriba sobre confeti o incluso organice un carnaval en la prestigiosa residencia francesa de Roma, lea, observe, disfrute plenamente (un libro) a través del vacío. Esto sin tener en cuenta la muerte de su padre y luego de su madre, la estancia en Roma interrumpida por los regresos a Francia, la duda, el duelo, el carnaval imposible de organizar. Lo que se había planeado como una “transbahutación” italiana para convertirse en un alivio cotidiano se convierte en peso, dudas, luto. La investigación sobre el confeti está llena de recuerdos y pérdidas de la infancia que se traducen, en la historia, en digresiones, lagunas, giros y vueltas.
Pero, escribe François Durif, “un artista se constituye aprendiendo a afrontar sus propias imposibilidades, haciendo del inconsciente un aliado. Para escapar del tiovivo, desarrolla una forma de inteligencia que sólo le pertenece a él; no necesariamente toma el camino más corto sabiendo que es el camino recorrido el que lo modifica”. El torno de giro se convierte culbutocamino empinado y sinuoso hacia el regreso a uno mismo, acumulación de confeti y fragmentos dispersos, ya que el doble duelo lo pulveriza todo, desde la infancia hasta hoy, colección de citas queridas y útiles, viaje complejo, tanto literario como italiano e interior: “escribe a olvidar”. François Durif va a la deriva, intenta concentrarse en esta dispersión hacia los cuatro vientos malignos, se convierte en este “tipo que, intentando borrar sus huellas, no deja de producir otras nuevas y de pelearse consigo mismo”.
Al hacerlo, ofrece un texto potente e inclasificable, a la vez desgarrado, investigación de un infraordinario (confeti), autobiografía y relato de una estancia romana (un género literario en sí mismo, pensemos en Hervé Guibert o Chloé Delaume). No se trata de reciclaje – incluso si el escritor se declara apasionado por la chatarra y los residuos y demuestra ser un artista de la materia – sino una comunidad que está construyendo, ante los ojos de los lectores, un gran círculo que reúne vida y literatura, duelo y amistad que salva y lleva, soledad feroz y comunidad soñada, con Gaëlle Obiégly como culbuto como ella “juega conmigo, se recupera”, ofreciendo un texto acompañante al autor, citado íntegramente en el libro de François Durif, como un regalo/contra-regalo. ya vuelvo es la búsqueda y el éxito de un “continuo de escritura” que tal vez sea la pasta de un escritor definitivamente singular e inmensamente entrañable.
François Durif, ya vuelvoVerticales, octubre de 2024, 256 p., 22 € — Leer un extracto