Gwenaële Robert, László Krasznahorkai, Lucile de Pesloüan… – Libération

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El cuaderno de los Libros de Libédosier

Un paseo pensativo por Rousseau, un Manhattan desfigurado, los brazos de un marido incestuoso, la casa brasileña de los Bernanos, una adolescencia en Bearn, un desastre gnoseológico y el “derretimiento del hielo”.

romanos

Gwenaele Robert, Un jardín para un reino

Presses de la Cité, 198 págs., 20 euros (libro electrónico: 13,99 euros).

Con una pluma clásica y elegante, Gwenaële Robert evoca la pérdida del reino de la infancia cuya disolución no se anuncia, por lo que apenas se ve la frontera que lo separa de la edad adulta. La narradora se encuentra sola en casa tras la partida de su hija menor y, para llenar este vacío, decide retomar sus estudios sobre Rousseau, cuya vida terminó en Ermenonville, cerca de donde vivió de niña, en un lugar casi desconocido para el mundo, pero no al abrigo del tiempo, significado entonces por la fealdad arquitectónica de la modernidad. Como contrapunto, está el jardín diseñado por Girardin que fue también el paseo pensativo de Rousseau. El autor se detiene allí evocando a Girardin y admirando a Rousseau, como una puesta en abismo dotada de una función casi mágica, ya que en un jardín el tiempo es cíclico y luego la infancia bien podría volver a instalarse allí. N / A

László Krasznahorkai, Pequeños trabajos para un palacio

Traducido del húngaro por Joëlle Dufeuilly. Cambourakis, 110 págs., 16 euros.

El monólogo de un bibliotecario de la Biblioteca Pública de Nueva York. Ha trabajado allí durante cuarenta y un años, “escribe notas sobre su conexión con la Tierra” y tiene la idea de“una biblioteca que nunca se abriría, cuyas obras nunca se leerían”. Incluso encuentra el edificio. Él ya no estaría “un lacayo” más “la guardia de palacio”. Como se llama Hermann Melvill, obviamente nunca dejamos de hablarle de Hermann Melville. Terminó interesándose mucho por ello. El autor de Moby Dick, en sus biografías “no está ahí”. Está más bien en el camino que en el

France
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