García Márquez no se anda con la música

García Márquez no se anda con la música
Descriptive text here
-

¿Es propio de las leyendas darte ganas de agacharte para recoger hasta sus migajas y encontrarlas exquisitas? A diez años de la muerte de Gabriel García Márquez aparece la última novela en la que trabajó el premio Nobel colombiano. “Este libro no funciona. Sólo tenemos que deshacernos de él”. había decidido el escritor que no soportaba ver cómo la enfermedad carcomía su memoria. “Si los lectores consideran que el libro es digno de estima, quizás Gabo nos perdone”. Rodrigo y Gonzalo García Barcha se justifican en el epílogo que acompaña a esta histórica publicación.

Sabían que se les agradecería por anular los deseos de su padre. En efecto. No sólo porque esta nueva publicación es una invitación a calentar hasta los últimos (focos) fuegos de un escritor capital. Eso habría sido suficiente, claro. Pero Nos veremos en agosto Es más inquietante que eso: he aquí un relato ingrávido entre la muerte -el hombre que sostiene la pluma se sabe cada vez más disminuido- y la vida ardiente -de Ana Magdalena Bach, su heroína con “Ojos de leona radiantes”.

Libro: “Aún en pie”, el humor de Khan se involucra

Cada 16 de agosto se marcha esta mujer casada y con dos hijos que al inicio de la novela tiene 46 años ” en la isla “ -cuyo paradero o nombre nunca sabremos- decora la tumba de su madre con gladiolos y luego se abandona en brazos de un extraño. La narración está como suspendida entre, por un lado, una forma de audacia desenfrenada: García Márquez explora las incandescencias sexuales de una mujer ya no muy joven pero con “pechos todavía redondos y arrogantes” y, por otro, la caída en la agonía de la banalidad: Ana Magdalena Bach habiendo conocido sólo el cuerpo de su marido, el primero de sus amantes se lo entregó. “le abre los ojos a la realidad de su matrimonio, hasta entonces sostenido por una felicidad convencional que evitaba las diferencias para no tropezar con ellas, como se esconde el polvo debajo de la alfombra”.

Lo creas o no, y sin duda estos son los hechizos finales del viejo mago que aún era García Márquez, pero estos arrebatos gnangnan añaden encanto al texto. Hay algo realmente conmovedor en encontrar frases cliché como ésta de la pluma del gran García Márquez: “La vida le había enseñado que cuando una mujer ha dicho su última palabra, todas las demás son demasiadas. » Lo extraño también radica en que el texto baila con casi tanto entusiasmo como Ana Magdalena Bach, quien en cuanto suena una melodía -es decir al menos una vez con cada hombre- baila. “como un artista”, como le felicitará un futuro amante de la noche de agosto.

Un cuento sobre el atavismo.

La música riega este libro-sonata de principio a fin. EL Claro de luna de Debussy interpretado por el pianista “en un arriesgado arreglo para bolero, que la joven mulata cantó con mucho sentimiento” en el bar del hotel en las primeras páginas encuentra un eco casi palabra por palabra al final cuando otra orquesta en otro hotel ataca lo mismo Clara de luna “en un arreglo para bolero, que cantó con amor una espléndida mulata”. Un puñado de años separan estos dos momentos. Mientras tanto, Ana Magdalena Bach -una invocación, con una letra, de la (segunda) esposa de Johann Sebastian Bach- no cesa, de un 16 de agosto al siguiente, “déjate llevar por la magia de la música”.

El conocimiento de la música es, además, el primero de los filtros por el que quien se siente “embellecido por la fusión sagrada de la música y la ginebra” Califica el atractivo de un hombre. Hay que decir que los músicos velan por ella: su padre; su marido, que es “capaz de salvar una velada interpretando un bolero de Agustín Lara al estilo Chopin o un danzón cubano al estilo Rachmaninoff” ; su hijo ; e incluso su hija, que “una facilidad rayana en la genialidad para tocar de oído cualquier instrumento”. En resumen: ¡no jugamos con las calificaciones! Pero todavía un poco… Nos gusta que haya “una orquesta hecha para los sueños más que para la danza” en el restaurante donde la lleva el futuro amante antes de cumplir 50 años.

Un cuento sobre el atavismo.

Y éste juega con el criterio de Ana Magdalena Bach: cometiendo una serie de traspiés en la pista de baile, se revela sin embargo como un virtuoso en la cama. En este texto cuyo lienzo es la música, los libros actúan como puntos de referencia. Ana Magdalena en la buena cama (la Drácula por Bram Stoker; El día de los trífidos por John Wyndham; EL Crónicas marcianas por Ray Bradbury; EL Diario del año de la peste. por Daniel Defoe; El Ministerio del Miedo de Graham Greene) y, cuando era más joven, leía muchos otros igual de nutritivos: La vida de Lazarillo de Tormès, El viejo y el mar por Hemingway, El extraño por Camus.

Moraleja – subliminal: la mujer que se entrega a este frenesí de “dormir sin amor” es una persona de (alta) calidad.

La segunda moraleja no es en absoluto subliminal: una frase lanzada por Ana Magdalena Bach a la cara de su marido: “Todos los hombres son iguales: malditos cabrones. »

En cuanto al tercero, hay que esperar a que la hija de Ana Magdalena Bach vaya a la isla a escondidas y fingiendo haber ido allí para colocar una rosa en la tumba de su abuela: lo entendemos mientras tenemos en nuestras manos un cuento sobre el atavismo. . Ay, Gabriel García Márquez se cuida de no usar esa mala palabra. Con el pretexto de iluminar los caminos conyugales que conducen al adulterio y los caminos del deseo en las mujeres maduras, acaricia sin decirlo el misterio de la perpetuación de los impulsos de madre a hija. Para liberar a tres generaciones de mujeres, Ana Magdalena Bach tendrá que pedir la ayuda de un sepulturero…

Nos veremos en agosto, Gabriel García Márquez, traducido del español (Colombia) por Gabriel Iaculli, Grasset, 144 páginas, 16,90 euros.

-

NEXT Autor de dos libros a los 19 años, Louis Lefèvre utiliza las palabras para curar