Decir adiós puede ser difícil, pero un regalo bien pensado puede facilitar un poco el proceso. Más que bien pensado, el bonito regalo de despedida ofrecido por el presidente Nana Akufo-Ado, cinco días antes de dejar el cargo, es una señal de que el continente va en la dirección correcta: Ghana se suma así a la breve lista de los cinco Estados que garantizarán entrada sin visa a nacionales de los 54 países del continente. Sólo Ruanda, Seychelles, Gambia y Benin habían adoptado una política similar.
“Estoy orgulloso de haber aceptado viajar sin visado para todos los titulares de pasaportes africanos, con efecto a partir de principios de este año”, afirmó el presidente saliente durante su último discurso ante la Nación. Una decisión valiente en un país que lucha contra una grave crisis económica. Lo peor en décadas: inflación superior al 20%, desplome de la moneda local, precios en las gasolineras que se han duplicado, una deuda que se traga la mitad de los ingresos del Estado, desempleo histórico de los jóvenes. Todo confluyó para hacer lo que muchos países nos tienen acostumbrados en los últimos años cuando atraviesan dificultades: perseguir al extranjero (acusado de ocupar el lugar de los nativos) antes de rechazarlos. Pero no, en cambio, la Ghana del presidente Nana ha aceptado acoger con los brazos abiertos a los ciudadanos del continente africano que ya no necesitan presentar un visado a su llegada.
En un mundo marcado por el regreso del extremismo, el culto a la nación concebida como etnia, el rechazo de la alteridad y el universalismo, Nana-Ado envía, con su decisión, un fuerte mensaje de esperanza, mostrando, por tanto, el camino a seguir para otros jefes de Estado del continente que deben saber que el derecho de todo africano a circular libremente por África es una cuestión de sentido común básico. Porque, como recordó brillantemente Jean-Baptiste Placca, periodista y editorialista, África es un continente donde antaño también los pastores y sus rebaños seguían su camino según los verdes pastos sin ningún conflicto de fronteras.
“Las personas que se atrincheran en el rechazo de los demás nunca han sido las más felices del mundo”, afirmó el periodista en su columna transmitida por Rfi (Radio Francia Internacional) el domingo 5 de enero de 2025. Este es precisamente el espíritu de apertura de su primer presidente que permitió a Costa de Marfil, sostiene Jean Baptiste Placca, experimentar una prosperidad que aún hoy le otorga un lugar central en África Occidental. Nana-Ado y todos los demás líderes que piensan y actúan como él merecen respeto y consideración. Jean-Baptiste los llama panafricanistas de “actos concretos” para distinguirlos de los panafricanistas “verbales”, que se jactan de fantasías panafricanistas y luego mantienen a raya a sus vecinos más inmediatos o incluso les cierran las puertas. Es lamentable ver a los medios de comunicación en un país como Senegal, tierra de hospitalidad y fraternidad, promocionar a estos panafricanistas “verbales” que juegan con los miedos y los odios, y se esfuerzan por mantenerlos y alimentarlos. Uno de ellos incluso fue elegido miembro de la Asamblea Nacional.
Llevada por órganos de prensa que, tal vez inconscientemente, promueven una retórica identitaria, haciendo creer que los habitantes de un país vecino constituyen una amenaza y un costo más que un activo para nuestro país. Este discurso falso debe ser prohibido. En primer lugar, en la radio y la televisión, que deben promover la solidaridad entre pueblos hermanos unidos por la historia y la geografía. Sólo en África vemos a compatriotas arremetiendo contra sus hermanos africanos que han venido a buscar mejoras en sus países.
Un ciudadano francés nunca señalará con el dedo a un alemán o a otro inmigrante de nacionalidad europea o americana. Debemos construir esta África creíble en la que un maliense, un guineano, un gambiano, un malgache, un camerunés, etc. Debe estar en casa en Senegal. Y un senegalés debe beneficiarse del mismo privilegio en estos países.
Sólo así podremos ser respetados, caminar en la dirección de la historia y ser dignos herederos de Kwamé Nkrumah, padre fundador del panafricanismo.
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