Es un error minimizar las recientes declaraciones de política exterior de Donald Trump. Trump está redactando una verdadera doctrina de política exterior. Como es habitual en él, señala problemas reales, pero sus soluciones son inaplicables o malas.
A diferencia de las políticas exteriores de posguerra, las de Trump no tienen en cuenta la defensa de la democracia. Peor aún, Trump toma prestada de la Rusia de Vladimir Putin y de la China de Xi Jinping una visión expansionista y autoritaria de la política mundial. Anteriormente, los gobiernos estadounidenses podían disfrazarse, con razón, de defender los intereses de las democracias contra el comunismo o el islamismo. Esta aspiración democrática ya no existe bajo Trump. Al hacerlo, Trump pone en peligro toda la arquitectura global de la posguerra.
1) ¿Puede Trump invocar intereses de defensa sobre el Canal de Panamá?
Casi el 6% del comercio mundial pasa por el Canal de Panamá. Este canal, que antes estaba controlado por los estadounidenses o por intereses estadounidenses, está cayendo cada vez más en manos de intereses chinos. Dos de los cinco principales puertos del país están controlados por empresas chinas. Hasta el punto que cabe preguntarse hasta qué punto estos puertos están en proceso de transformación en bases militares chinas. Estados Unidos opera una base militar en Panamá. Sin embargo, la marina estadounidense es ahora menos poderosa que la marina china. Además, China se ha convertido en el mayor socio comercial de Panamá y la implicación de empresas chinas en diversas actividades económicas clave en el país hace temer a las autoridades americanas una mayor posibilidad de espionaje así como un poder real para paralizar el canal en caso de conflicto. .
2) ¿Tiene razón Trump al invocar intereses de defensa sobre Groenlandia?
China y Rusia rechazan más o menos abiertamente la propiedad territorial de Canadá, Dinamarca y Estados Unidos sobre parte de los territorios árticos. Según Pekín y Moscú, parte de sus aguas son internacionales porque constituyen rutas comerciales entre el Atlántico y el Pacífico. Un estatus internacional para sus aguas autorizaría a China y Rusia a explotar los recursos de petróleo y gas de estos territorios, además de pescar allí como mejor les parezca.
3) ¿Qué pasa con Canadá?
Es cierto que sin la ayuda de Estados Unidos sería prácticamente imposible para Canadá asegurar la defensa de su territorio ártico. Sin embargo, al amenazar con anexarse Canadá, Estados Unidos está enviando un muy mal mensaje a sus aliados. Este mensaje es que Estados Unidos no respeta la soberanía de sus aliados. Este tipo de enfoque hace que las alianzas con Estados Unidos sean mucho menos atractivas y empuja a los aliados estadounidenses a armarse más o buscar otras alianzas.
4) ¿Es la nueva doctrina aislacionista?
Incluso si por diversas razones Estados Unidos no abandonará a Israel o a ciertos países industriales, está claro que Trump busca demarcar una especie de recinto donde los intereses estadounidenses no sean negociables. En definitiva, quiere que esta pradera esté formada por el continente norteamericano. Un territorio que Trump quiere autónomo e inexpugnable, especialmente frente a las ambiciones chinas.
5) ¿Tiene razón Trump?
Está claro que China amenaza cada vez más a Estados Unidos militar, económica y culturalmente. Sin embargo, Trump se equivoca al pensar que un enfoque autoritario es más eficaz que un enfoque democrático. La historia muestra lo contrario.
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