Durante generaciones, el pequeño templo hindú en un pueblo cerca de Dhaka, la capital de Bangladesh, fue un lugar pacífico de oración en el país predominantemente musulmán, hasta que los atacantes le prendieron fuego a principios de diciembre.
En el caos que siguió al derrocamiento de la autocrática Primera Ministra Sheikh Hasina el 5 de agosto, una serie de represalias tuvieron como objetivo a los hindúes, que representan alrededor del 8% de la población, y extremistas islamistas atacaron santuarios musulmanes sufíes.
Desde la revolución liderada por los estudiantes, las relaciones interreligiosas han sido tensas en este país del sur de Asia de 170 millones de habitantes.
“No nos sentimos seguros”, afirma Swapna Ghosh, una fiel hindú del pueblo de Dhour, situado a unos quince kilómetros de Dhaka.
El 7 de diciembre, unos atacantes prendieron fuego al templo de la diosa Lakshmi.
“Mi hijo vio las llamas y las apagó rápidamente”, dijo el cuidador del templo Ratan Kumar Ghosh, de 55 años, describiendo cómo los atacantes entraron a través del techo de hojalata para evitar las cámaras de CCTV.
Sin la intervención de su hijo, “nosotros y el templo hubiéramos quedado reducidos a cenizas”.
Tras llegar al poder en 2009, Hasina huyó del país el 5 de agosto en helicóptero y encontró refugio en la India, su principal y antiguo apoyo diplomático, despertando la ira de los bangladesíes decididos a ser juzgada por “asesinato en masa”.
Estos ataques a templos hindúes no son nada nuevo y, para el defensor de derechos Abu Ahmed Faijul Kabir, son el resultado de un contexto.
– “La situación no ha empeorado” –
Bajo el régimen de Hasina, los hindúes, la minoría religiosa más grande del país, buscaron protección de las autoridades. Por tanto, sus oponentes los consideraban partidarios de su régimen.
“Si miramos la última década, no ha habido un solo año sin ataques contra las minorías”, dice Kabir, de la organización de derechos humanos Ain o Salish Kendra, con sede en Dhaka.
Este año, de enero a noviembre, se registraron 118 incidentes violentos contra hindúes.
El pico se alcanzó en agosto, con 63 incidentes, incluidas dos muertes. En noviembre aumentaron a siete.
Si estas cifras son muy superiores a las del año pasado, con 22 ataques contra minorías y 43 actos vandálicos registrados por la organización, los años anteriores habían sido más violentos.
En 2014, una persona murió, dos mujeres fueron violadas, 255 resultaron heridas y 247 templos fueron atacados. En 2016, siete personas fueron asesinadas.
“La situación no ha empeorado ni ha mejorado”, afirmó Chandan Saha, de 59 años, un empresario hindú.
Según él, los dirigentes políticos “han utilizado a las minorías como peones” en varias ocasiones.
El gobierno interino pidió calma y prometió reforzar la seguridad. Criticó a los medios indios por difundir información falsa sobre la situación de los hindúes en Bangladesh.
Este mes, el gobierno interino de Dhaka dijo que estaba conmocionado por un llamado de Mamata Banerjee, ministra principal de Bengala Occidental, un estado indio vecino de Bangladesh, para desplegar tropas de la ONU en todo el país para proteger a los hindúes y otras minorías allí.
– “Este ciclo debe parar” –
Los partidarios del colectivo musulmán Hefazat-e-Islam están detrás de las protestas contra la India y acusan a Nueva Delhi de liderar una campaña destinada a “difundir el odio” contra Bangladesh. India rechaza estas acusaciones.
En noviembre, estallaron enfrentamientos entre hindúes y fuerzas de seguridad, provocados por el asesinato de un abogado durante enfrentamientos entre la policía y los partidarios de un monje hindú encarcelado por faltar el respeto a la bandera de Bangladesh durante una reunión.
Después de años de represión, los islamistas bangladesíes se sienten más libres para salir a las calles.
Los fieles musulmanes sufíes y los ascetas “baul”, considerados herejes por algunos islamistas, también han sido objeto de amenazas.
Muhammad Yunus, jefe del gobierno interino del país, ha pedido diálogo pero sus críticos dicen que eso no es suficiente.
“Para establecer un país pacífico donde todas las religiones coexistan en armonía, el jefe de Estado debe hablar periódicamente con los líderes religiosos para promover el entendimiento”, afirma Sukomol Barua, profesor de religión en la Universidad de Dhaka.
Según Sumon Roy, fundador de la Asociación de Abogados Hindúes de Bangladesh, los partidos políticos “utilizaron” su minoría.
Dice que los hindúes han sido amenazados tanto por la Liga Awami de Hasina como por el principal partido de oposición, el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP).
“Si no apoyábamos a la Liga Awami, nos amenazaban y el BNP nos acusaba de habernos puesto del lado de la Liga Awami”, según él. “Este ciclo debe detenerse”.
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