Nadie la ha visto jamás con vida. No en vano esta especie de ballena es la más rara del mundo. El zifio de Travers o Mesoplodon traversiies un cetáceo de la familia de Ziphiidae (ballenas picudas). Observado por primera vez en el siglo XIX, desde entonces sólo ha sido visto seis veces y siempre varado.
En julio de 2024, se encontró este zifio de Travers en una playa de Otago, Nueva Zelanda. Un descubrimiento excepcional para los científicos, que tuvieron la oportunidad de estudiarlo por primera vez en tan buen estado de conservación, informa Interesting Engineering.
Nada menos que 9 estómagos
Por lo tanto, la organización indígena Te Rūnanga o Ōtākou, en colaboración con el Departamento de Conservación, el Museo de Otago y la Universidad de Otago, llevó a cabo disecciones seguidas de análisis. Y sus resultados son, cuanto menos, sorprendentes.
Según el comunicado, los científicos han descubierto que el zifio de Travers tiene 9 estómagos. De este modo pudieron estudiar esta anatomía particular, así como el funcionamiento de su dieta.
“En algunos de estos estómagos encontramos picos de calamar y lentejas de ojos de calamar, algunos gusanos parásitos y quizás otras partes de organismos de las que no estamos del todo seguros”.dijo en un comunicado Anton van Helden, asesor de ciencias marinas.
Estos parásitos pronto serán estudiados por un parasitólogo que definirá su naturaleza.
Dientes vestigiales
Otro descubrimiento importante: la mandíbula superior del zifio de Travers está equipada con pequeños dientes vestigiales. Las estructuras vestigiales son restos de órganos o estructuras que alguna vez fueron funcionales en los ancestros de una especie, pero que han perdido su función original.
Evolutivamente, esto ayuda a comprender cómo evolucionaron estas ballenas a partir de ancestros con dientes completamente funcionales. Con el tiempo, a medida que la dieta y el estilo de vida de la ballena cambiaron, estos dientes se volvieron menos necesarios, pero no desaparecieron por completo del código genético.
Estos estudios realizados entre expertos occidentales e indígenas también han demostrado ser particularmente relevantes. Para Anton van Helden, esta colaboración les permitió aprender más sobre “la importancia de la ballena para el pueblo maorí, las historias tradicionales y el carácter sagrado de la ballena”. En honor a la comunidad maorí, la ballena recibió el nombre de Ōnumia, en honor a la región donde fue encontrada.
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