Narrativo
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Desde su patio de Mar-a-Lago, el presidente electo diseña un gabinete de contornos ideológicos confusos para su regreso a Washington. Un equipo a su imagen, donde personajes controvertidos, viejas estrellas de la televisión y multimillonarios de la tecnología se unen detrás del proyecto para “romperlo todo”.
“El pueblo estadounidense reeligió a Trump para que pudiera romper lo que hay que romper”. proclama Kevin Roberts, presidente de la ultraconservadora Heritage Foundation, en una columna en Correo de Washington en forma de profesión de fe. Ya había declarado en julio: “Estamos comprometidos en la segunda revolución estadounidense, que seguirá siendo incruenta si la izquierda accede”. El entusiasta Roberts es también autor de un ensayo muy reciente titulado Las primeras luces del amanecer (“Las primeras luces del amanecer”), precedido por el futuro vicepresidente, J.-D. Vance, bajo el subtítulo original (y finalmente revisado) Reducir Washington a cenizas para salvar a Estados Unidos. En el Correo, el cree que “Los nombramientos de Trump para su gabinete reflejan su conciencia de este mandato disruptivo”.
No podríamos decirlo mejor. Cada día desde las elecciones, con sus ráfagas diarias de comunicados de prensa emitidos por Trump desde su Florida Xanadu de Mar-a-Lago, muestra hasta qué punto el ex y futuro presidente no regresa a la Casa Blanca como llegó allí en 2016, entonces desarmado, tomado por sorpresa por su propia victoria y obligado a llegar a un acuerdo a tientas con elestablecimiento Washington conservador, pero cuando se fue a regañadientes, cuatro años después
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