Los diplomáticos occidentales emitieron el jueves en Viena una dura acusación contra Irán y denunciaron la escalada de la República Islámica. Teherán defiende el derecho a la energía nuclear con fines civiles, en particular energéticos.
Irán anunció el viernes 22 de noviembre “tomar medidas” incluyendo la puesta en marcha de “Nuevas centrífugas avanzadas”en represalia por la adopción en Viena de una resolución crítica, señalada por su falta de cooperación. El texto, elaborado por Londres, París y Berlín asociados a Washington, fue aprobado el jueves por 19 de los 35 Estados miembros del consejo de gobernadores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), según fuentes diplomáticas entrevistadas por la AFP. Rusia, China y Burkina Faso votaron en contra, mientras que 12 países se abstuvieron. Venezuela no pudo participar.
Tras la votación, el representante de Irán criticó a la AFP por un gesto “motivados políticamente”. Respectivamente, “El jefe de la Organización de Energía Atómica de Irán ordenó tomar medidas efectivas, incluida la puesta en funcionamiento de una serie de nuevas centrifugadoras avanzadas de diferentes tipos”indicaron en un comunicado conjunto la OIEA y el Ministerio de Asuntos Exteriores iraní. El texto validado el jueves en Viena, cuyo significado es simbólico a estas alturas, recuerda a Irán su “obligaciones legales”en virtud del Tratado de No Proliferación (TNP) ratificado en 1970.
Los diplomáticos occidentales formularon duras acusaciones contra Irán el jueves en Viena y denunciaron la escalada de la República Islámica, y la embajadora estadounidense, Laura Holgate, informó sobre actividades nucleares. “profundamente inquietante”. Teherán defiende el derecho a la energía nuclear con fines civiles, en particular energéticos, pero niega querer adquirir una bomba atómica, algo que los países occidentales sospechan. El TNP exige que los estados signatarios declaren y coloquen sus materiales nucleares bajo el control de la OIEA.
“Buena voluntad”
En 2015, Irán concluyó en Viena un acuerdo con Francia, Alemania, Reino Unido, China, Rusia y Estados Unidos para regular su programa nuclear. A cambio, el texto preveía una reducción de las sanciones internacionales contra Teherán. Pero en 2018, Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos, retiró unilateralmente a su país del acuerdo –que Teherán cumplió, según la OIEA– y restableció fuertes sanciones contra Irán.
En represalia, Teherán aumentó significativamente sus reservas de materiales enriquecidos y elevó el umbral al 60%, cerca del 90% necesario para fabricar un arma atómica, según la definición de la OIEA. El acuerdo nuclear, ahora un cascarón vacío que las negociaciones no lograron reavivar en 2022, limitó esta tasa al 3,67%. Irán también ha restringido severamente su cooperación con el organismo de control nuclear de la ONU desde 2021, desconectando cámaras de vigilancia y retirando la acreditación de inspectores experimentados.
El presidente iraní, Massoud Pezeshkian, en el poder desde julio y partidario del diálogo con los países occidentales, dijo que quería levantar “dudas y ambigüedades” sobre el programa nuclear de su país. Irán considera, por tanto, que ha demostrado “buena voluntad” al invitar al jefe de la OIEA, Rafael Grossi, a Irán la semana pasada para visitar las instalaciones nucleares de Natanz y Fordo (centro). Este viaje fue visto como una de las últimas oportunidades de diplomacia antes del regreso en enero a la Casa Blanca de Donald Trump, artífice de la llamada política de “presión máxima” contra Irán durante su primer mandato (2017-2021).
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