Los negociadores todavía luchan por llegar a un acuerdo el sábado después de una semana de dolorosas negociaciones en la COP29 en Bakú, pero cuentan con la cumbre del G20 en Río y la próxima llegada de ministros para desbloquear la situación.
“Todavía queda un largo camino por recorrer, pero todo el mundo es muy consciente de los desafíos, a mitad de la COP”, dijo el sábado el jefe de la ONU para el Clima, Simon Stiell.
El viernes por la tarde circuló una nueva propuesta de texto de compromiso sobre la financiación de la lucha contra el cambio climático, pero con múltiples opciones aún abiertas en 25 páginas antes de la llegada de los ministros para la última semana. “Todavía no hay una señal clara sobre el rumbo porque el texto aún no se ha acortado lo suficiente y todavía hay muchas opciones sobre la mesa”, lamenta un observador.
Este año, la COP29, organizada en Azerbaiyán, debe concluir con un “Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado”, o NCQG según su sigla en inglés.
Este nuevo objetivo sustituirá a partir del año próximo al anterior, que preveía que los países ricos aportaran 100.000 millones de dólares al año para ayudar al mundo en desarrollo a limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático.
Pero en los pasillos del estadio olímpico de la capital azerbaiyana siguen debatiéndose muchas cuestiones: ¿quién debe pagar, qué tipos de financiación contar en el total, en qué plazo… y, sobre todo, cuánto?
Un observador informó de un clima “tenso” en la sala donde se celebraron debates informales el viernes. Una dificultad puesta en perspectiva por un negociador experimentado para quien las reuniones paralelas entre grandes potencias son constructivas.
“Vivacidad”
Estas cuestiones enfrentan a los países ricos entre sí y al mundo en desarrollo, que intenta presentar un frente unido para exigir un total de 1.300 millones de dólares anuales en financiación, a pesar de las notas disonantes.
De hecho, algunos han presentado exigencias más específicas: los 45 países menos desarrollados exigen que se les destine al menos 220 mil millones cada año, y los pequeños Estados insulares en desarrollo 39 mil millones.
Los europeos, que por el momento se abstienen de discutir una cifra concreta, se sienten frustrados por tener que discutir todavía un texto muy detallado. “Estamos muy preocupados” por este retroceso después de un año de negociaciones previas, dijo esta semana el jefe negociador de la Unión Europea, Jacob Werksman.
Pero los occidentales creyeron haber visto una señal de buena voluntad por parte de China. Por primera vez, Beijing mencionó y cuantificó públicamente sus “inversiones en acción climática en otros países en desarrollo”, mientras que hasta ahora se limitó a calificar sus pagos como “cooperación Sur-Sur”.
“Es urgente que los líderes mundiales que se reunirán en Río para el G20 proporcionen un verdadero impulso político y energía”, sin lo cual “un grave riesgo” pesa sobre el resultado de las negociaciones, juzga Friederike Röder, de la ONG Global Citizen.
El G20 reunirá el lunes y martes en Río a las mayores economías del planeta. Brasil desea encontrar una solución a la cuestión financiera antes de la COP30, que acogerá el próximo año en Belem, según creen los negociadores y observadores.
“Los líderes del G20 deben afirmar alto y claro que la cooperación internacional sigue siendo la mejor y única oportunidad para que la humanidad sobreviva al calentamiento global”, insta Simon Stiell.
(afp)
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