Donald Trump planteó el miércoles la idea de postularse para la Casa Blanca en 2028. Una hipótesis que la Constitución estadounidense hace imposible. De hecho, la 22ª Enmienda, adoptada en 1947 y añadida al Artículo II del texto fundacional, especifica que nadie puede ser elegido para la presidencia de los Estados Unidos más de dos veces, ya sea que los mandatos sean consecutivos o no.
“Creo que no volveré a postularme, a menos que te digas: “Es bueno, tenemos que considerar otra cosa”, dijo Donald Trump, durante un discurso ante los republicanos en Washington. ¿Podría entonces el republicano decidir modificar la “ley suprema de los Estados Unidos de América”, vigente desde 1789, para presentarse a un tercer mandato? En teoría, la Constitución estadounidense puede modificarse: incluso ha sido modificada 27 veces desde su adopción.
El artículo 5 de la Constitución detalla el proceso, complejo y cada vez más difícil por la polarización política del país, para modificar el texto. Existen, según el texto, dos formas de modificarlo.
Una enmienda puede ser propuesta por el Congreso, es decir, el Senado y la Cámara de Representantes, en forma de proyecto de ley. Este último deberá ser adoptado por mayoría de dos tercios en cada cámara. En las últimas elecciones, estaban en juego 34 de los 100 escaños del Senado, votación que ganaron los republicanos, que ahora tienen la mayoría en la cámara alta, con 52 escaños. En cuanto a la Cámara de Representantes, también debería inclinarse hacia el lado republicano.
Una enmienda también puede surgir de una convención, convocada por dos tercios de los 50 estados que componen el país.
Una vez adoptadas, las enmiendas deben ser ratificadas por tres cuartas partes de los estados, o 38 de los 50 que componen Estados Unidos. Se adoptaron así algunas enmiendas, pero no pasaron la etapa del proceso de ratificación, como la que prohibía el trabajo infantil en 1924.
Por tanto, el Presidente de los Estados Unidos no puede decidir por sí solo sobre una modificación, que sigue siendo un proceso complejo. “Es bastante difícil dadas las grandes disparidades políticas que puede haber entre diferentes estados. Sobre todo porque una modificación de la Constitución puede tener consecuencias muy fuertes”, subrayó Christophe Cloutier-Roy, director adjunto del Observatorio sobre Estados Unidos de la Cátedra Raoul-Dandurand en Montreal, citado por Le Devoir.
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