El jefe de la Iglesia Anglicana, Justin Welby, anuncia su dimisión, tras un informe condenatorio sobre la delincuencia infantil en la institución religiosa

Si bien la cúpula de la Iglesia fue informada oficialmente de las numerosas agresiones sexuales de las que se acusaba a un abogado que colaboraba con la institución, los líderes de la secta estaban al tanto de ellas desde principios de los años 80, pero guardaron silencio al respecto, concluyó una investigación.

“Espero que esta decisión muestre claramente hasta qué punto la Iglesia de Inglaterra comprende la necesidad de un cambio.” El líder espiritual de los anglicanos, Justin Welby, anunció su dimisión el martes 12 de noviembre, tras la publicación de un informe condenatorio sobre el trato dado por la Iglesia de Inglaterra a las agresiones físicas y sexuales cometidas contra más de un centenar de niños y jóvenes.

Estos ataques fueron cometidos por un abogado en el marco de sus actividades con la Iglesia de Inglaterra entre los años 1970 y mediados de los años 2010. John Smyth, un abogado que presidía una organización benéfica que organizaba campamentos de vacaciones con la institución, está acusado de haber agredido a 130 niños y jóvenes en el Reino Unido y luego en África, especialmente en Zimbabwe y Sudáfrica, donde se había establecido. John Smyth, murió en 2018, “Es posiblemente el abusador en serie más prolífico asociado con la Iglesia de Inglaterra”afirma este informe, que detalla el sufrimiento físico, sexual y psicológico “brutal y horrible” infligido a sus víctimas.

Si bien la cúpula de la Iglesia fue informada oficialmente de estos hechos en 2013, los líderes religiosos estaban al tanto de ellos desde principios de los años 1980, pero los mantuvieron en silencio como parte de una “campaña de encubrimiento”concluyó una investigación encargada por la Iglesia, en el informe publicado el pasado jueves.

Esta salida también debe demostrar “nuestro profundo compromiso para crear una Iglesia más segura”escribe Justin Welby en un comunicado de prensa. Varios líderes religiosos anglicanos habían pedido durante varios días la dimisión de Justin Welby, arzobispo de Canterbury, a raíz de este informe.