Se trata de un tipo de plaga que lleva demasiado tiempo habitando nuestras calles, actuando sin el menor inconveniente día y noche. Su modus operandi: silbar, imitar gestos obscenos, hacer comentarios sexistas y acosar. Un infierno que soportan a diario demasiadas mujeres y que la cantante Angèle destacó en 2018 en su éxito Equilibra tu qué. Entonces estalló la ola MeToo para dedicarse a la libertad de expresión y denunciar la violencia machista y el acoso callejero.
“Hay que carecer de empatía para negar esta realidad que viven muchas mujeres que ya no se atreven a salir”, subraya Quentin Duteil. Originario de Caen (Calvados), este informático de 34 años no descubrió ayer esta sensación de inseguridad que observa desde hace tiempo durante sus salidas nocturnas con amigos. Como un caballero blanco, buscaba “una respuesta positiva y pacifista” para combatir esta gangrena “sin añadir violencia a la violencia”. Porque seis años después Equilibra tu quéLamentablemente, los relous no han desaparecido de las calles. Seguramente son quizás más discretos desde que el desprecio sexista y sexual agravado se convirtió en delito en 2023. Pero las multas nunca los han calmado.
“Muy útil para ahuyentar al atacante”
Las cifras también muestran la magnitud de esta lacra: el 75% de las mujeres admiten haber sido víctimas de acoso en la calle o en el transporte al menos una vez en su vida. Entonces, un manitas de corazón, Quentin Duteil aprovechó sus habilidades de impresión 3D para sacar una nueva arma para ahuyentar a los malos. Y para asustarlos y alertar a los transeúntes, qué mejor que un buen silbido estridente.
Así nació en primavera la idea del silbato “repel-relou”, un pequeño objeto de plástico impreso en 3D que cabe en el bolsillo. “Hay una doble salida de aire que genera dos sonidos con diferentes frecuencias y esto provoca un ruido muy estridente”, explica. Es muy desagradable pero muy útil para ahuyentar al atacante. »
“Un objeto de utilidad pública” y no “un negocio”
El joven primero distribuyó su hallazgo a algunos familiares. Luego en bares de Caen y festivales en Normandía, siempre con comentarios positivos. Hoy en día está abrumado por las solicitudes: ya ha encargado más de 7.000 silbatos, artículos que vende a bajo precio en paquetes de diez (14,50 euros).
“Nunca quise hacer un negocio con ello y aprovechar este clima de inseguridad”, asegura, todavía orgulloso de la utilidad de su objeto. “Tengo muchas mujeres que me dicen que se sienten tranquilas cuando salen con su silbato”, afirma. Una señora también me dijo que había vuelto a trotar porque había dejado de hacerlo por miedo a ser atacada. »
Un poco abrumado por el éxito de su silbato de alarma, Quentin también asegura que él no es el inventor. “Es Jonas Daehnert, un diseñador alemán que publicó un modelo similar en la Web hace tres años”, dice el normando. Lo llamé y de inmediato me dio los derechos. » Miembro de la gran familia de creadores, Quentin Duteil hizo lo propio compartiendo gratuitamente en su sitio los planos del silbato para que usted pueda imprimirlos. “Considero que es un objeto de utilidad pública y no tengo ningún problema, al contrario, en que otros continúen con esta iniciativa”, confía. Un modelo de altruismo y bondad.
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