Vendée Globe: La vuelta a la Tierra, sólo para comprobar que gira correctamente

Se les llama terrestres. Y hay más de ellos de los que se podría pensar, especialmente en el electorado de Donald Trump. Según ellos, una conspiración global, urdida por la comunidad científica, las agencias espaciales e incluso los fabricantes de GPS, quisiera engañarnos afirmando que la Tierra es redonda.

Aunque en realidad el mundo es completamente plano, al estilo LP: ve al borde, sólo para ver, pero no te inclines demasiado, a riesgo de caer en la nada interestelar.

Eso es lo más obvio, ¿no? ¿Cómo puede ser que haya mentes tan tontas como para creer que otro hemisferio albergaría árboles que crecen con las ramas hacia abajo y humanos que viven con los pies más altos que la cabeza?

Para apoyar su tesis, los terrestres deberían aceptar el desafío de la Vendée Globe. Podrían unirse para comprar una bonita cáscara de nuez, contratar a un viejo lobo de mar ocioso y emprender la conquista del Everest de los mares.

Una vuelta al mundo en solitario, sin escalas ni asistencia, donde el objetivo es descender al Sur Profundo, donde existen las aguas más inhóspitas del planeta.

Allí abajo, si el agua sumerge los barcos, no es porque el océano esté al revés, sino porque cubetas de 10 metros se tragan las imprudentes proas.

Palabra de marineros, nadie ha visto nunca el fin del mundo en el horizonte, aunque a veces rezaron por él, según admitieron ellos mismos: que caerían en el abismo y que nadie volvería a hablar de ello. Dios mío, después de semanas de navegación en el sur profundo, la tentación de dejarse morir es irresistible.

Al regresar de la Estigia, ya no encontraríamos a nadie que todavía apoyara la teoría terrestre, a menos que realmente quisiéramos que nos engañaran.

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