Le Journal: ¿Cuál es su papel in situ como miembro de la delegación suiza?
Geraldine Pflieger: La delegación negocia los acuerdos y la implementación del Acuerdo de París, firmado hace casi 10 años, que tiene como objetivo reducir los impactos del cambio climático y limitar las perturbaciones. La delegación negocia los sobres, o las cantidades que se darán a los países en desarrollo para que puedan luchar contra el cambio climático. También buscamos garantizar que estas sumas se dediquen íntegramente a la descarbonización y no a inversiones en energías que no sean verdes. También pretendemos elevar las ambiciones y los niveles de compromiso de los Estados.
¿Cuáles serán los temas principales este año?
Se tratará, en primer lugar, de la preparación de nuevos compromisos por parte de los Estados para reducir sus emisiones de CO.2 que tendrán que anunciar en marzo de 2025. Todos los Estados deben hacer más para limitar el calentamiento global a 1,5°C. El segundo tema central será el de la financiación climática, es decir, la ayuda destinada a los países en desarrollo para combatir el cambio climático y promover estrategias de adaptación a los impactos actuales.
¿Consideras que el esfuerzo colectivo es suficiente?
El sistema del Acuerdo de París ofrece un marco bastante liberal. Los Estados son libres de anunciar sus compromisos y luego se agregan las promesas individuales de cada uno. Es gracias a este conjunto que podemos estimar si el esfuerzo colectivo es suficiente o no. A estas alturas, las distintas evaluaciones muestran que los compromisos asumidos por los Estados en 2020-2021 conducen a limitar el calentamiento a unos 2°C, o incluso más cerca de los 3°C si analizamos las políticas públicas actuales. Obviamente, nuestro objetivo es endurecer aún más estos objetivos para avanzar hacia nuestro objetivo de un máximo de 1,5°C.
¿Cuál es el lugar de Suiza en estas negociaciones?
Somos miembro de uno de los raros grupos que reúne tanto a países en desarrollo como a países industrializados. Por ejemplo, hay estados como México, Corea del Sur y Georgia. Esto permite a Suiza desempeñar un papel fundamental en las negociaciones, en particular entre los países industrializados de la Unión Europea, por ejemplo, pero también con los países en desarrollo, como las pequeñas islas del Pacífico o los países de América Latina, que se ven muy afectados por el cambio climático y que están de acuerdo con Suiza para que se adopten normas más ambiciosas.
En su opinión, ¿cuáles son las necesidades urgentes para poder alcanzar los objetivos marcados por las COP anteriores?
En primer lugar, garantizar que los Estados aumenten su nivel de ambición. El Acuerdo de París dice con bastante claridad que un Estado no puede reducir sus ambiciones y que debe aumentarlas entre cada compromiso. Pero para ello, a menudo entra en juego la cuestión de la financiación. En este sentido, los temas de este año están bastante relacionados, porque hay toda una serie de países, especialmente los más pobres, que vinculan sus niveles de compromiso con sus necesidades. financiación adicional para acelerar su transición energética. La otra urgencia sería ejercer presión sobre los grandes países emergentes –que tienen los medios para acelerar su transición energética– que se están convirtiendo en los mayores emisores junto con Estados Unidos.
Todas las miradas están puestas en Estados Unidos debido a las elecciones presidenciales, pero también en Papúa Nueva Guinea, que boicoteará la COP29…
Los resultados de las elecciones americanas tendrán repercusiones en Bakú, eso es seguro. Donald Trump ha vuelto a anunciar su deseo de abandonar el Acuerdo de París. Ya lo había hecho hace 8 años. Su reelección corre el riesgo de pesar sobre la dinámica de las negociaciones en la COP29. Creo que es necesario escuchar el mensaje de Papua Nueva Guinea, porque existe una necesidad real de intensificar los esfuerzos. Y, en la actualidad, no estamos en una trayectoria suficiente para aliviar el cambio climático. Es un país en desarrollo, muy afectado. Se están viendo impactos importantes en todos los rincones del mundo; mire lo que ocurrió en España la semana pasada. El boicot es un mensaje contundente. Por otro lado, no todos los países deberían retirarse de las negociaciones. En particular, los mayores emisores, que también son los mayores responsables del cambio climático. Creo que las COP son absolutamente necesarias. Sin ellos, rompemos el termómetro y ya no tenemos espacio para resaltar nuestras carencias en materia de reducción de emisiones.
Después de estos años de negociaciones y observación in situ, ¿estamos viendo resultados?
Los informes del IPCC, que evalúan los beneficios de la cooperación internacional en términos de políticas climáticas cambiantes, muestran con bastante claridad que nos dirigimos hacia un calentamiento cercano a los 4°C. Sin una política climática o un acuerdo entre países, tendríamos aproximadamente un 20% más de emisiones de gases de efecto invernadero de las que vemos hoy. No es que no alcancemos el objetivo que nuestros esfuerzos sean inútiles. Sin embargo, la cooperación internacional, por el momento, no es lo suficientemente poderosa como para permitir el tan esperado cambio en la curva de emisiones.
¿Cómo lograrlo? ¿Es el dinero el elemento vital de la lucha climática?
La financiación climática es un aspecto clave de las negociaciones. Los países industrializados se habían comprometido a pagar 100.000 millones de dólares al año a los países en desarrollo (objetivo sólo tímidamente alcanzado) y estos últimos creen ahora que esas cantidades ya no son suficientes. En cambio, la financiación se ha dirigido a la mitigación de emisiones. Hay demandas bastante fuertes por parte de los países en desarrollo para aumentar la financiación para la adaptación. Por su parte, la Agencia Internacional de Energía ha demostrado que todavía se invierte demasiado capital público y privado en combustibles fósiles en lugar de energías renovables, verdes o bajas en carbono. Es necesario reorientar los subsidios, la ayuda y el apoyo a los combustibles fósiles. Esto es lo que llamamos realineamiento de los flujos financieros, o garantizar que la financiación no vaya en contra de la causa climática, sino que la sirva.
¿Cuál será su prioridad este año en la COP29?
En paralelo se negocian una veintena de temas y subtemas. La delegación está formada por 14 personas*. Cada uno sigue uno o dos temas. Por mi puesto de científico, me ocuparé de lo que constituye la bisagra entre la producción científica –las conclusiones del IPCC– y el nivel de ambición, que por tanto se refiere a la preparación de futuros compromisos de los Estados para acelerar la reducción de las emisiones. Es una COP un poco de transición. El año pasado conseguimos que la cuestión de la eliminación progresiva de los combustibles fósiles se presentara como objetivo central. Este año, nuestro trabajo será verificar que este objetivo esté bien incorporado en los compromisos que los Estados asumirán en marzo. Es casi mañana, porque los países democráticos todavía tienen que hacer que estos compromisos sean validados por los parlamentos o las cámaras.
*Entre los presentes en Bakú para la COP29, se encuentran profesores e investigadores de UNIGE.
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