Está dando en el blanco. Después de ganar tiempo para posponer la mayoría de sus procesos penales hasta después de las elecciones presidenciales, Donald Trump, declarado vencedor de los comicios el miércoles, espera encontrarse al abrigo de los procedimientos judiciales.
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Sin embargo, le espera un último obstáculo legal el 26 de noviembre en Nueva York antes de su regreso oficial a la Casa Blanca el 20 de enero: el pronunciamiento de su sentencia en el único de sus cuatro procesos penales que sus abogados no han logrado retrasar más allá de 2024.
Declarado culpable el 30 de mayo por los tribunales del estado de Nueva York de “falsificación contable agravada para ocultar una conspiración para pervertir las elecciones de 2016”, en teoría se enfrenta a hasta cuatro años de prisión.
Este caso se refiere al pago de 130.000 dólares, disfrazados de honorarios legales, a la estrella del cine porno Stormy Daniels, para silenciar una relación sexual en 2006, lo que Donald Trump niega.
Pero la hipótesis de que el juez Juan Merchán le imponga una pena de prisión, en el caso de una primera condena penal, parece hoy muy improbable frente a las insuperables dificultades prácticas que plantearía el encarcelamiento de un presidente electo y luego presidente actual, según a los expertos.
En cuanto a los dos procedimientos federales en su contra, si el horizonte jurídico de Donald Trump se iluminó espectacularmente este verano, ahora parece completamente claro al menos para los cuatro años de su nuevo mandato.
El candidato republicano indicó a finales de octubre que, en caso de ser elegido, quería “despedir” al fiscal especial responsable de estos dos casos, Jack Smith, nombrado por el ministro de Justicia de la actual administración demócrata, Merrick Garland.
“Lo despediría en dos segundos”, dijo en una entrevista en respuesta a una pregunta sobre si se perdonaría a sí mismo o haría que despidieran al fiscal especial Jack Smith.
¿Presidente en ejercicio intocable?
Los dos casos investigados por el fiscal especial se centran en los intentos supuestamente ilegales de Donald Trump de anular los resultados de las elecciones de 2020 y su retención de documentos clasificados tras su salida de la Casa Blanca.
En el primero, en Washington, el Tribunal Supremo reconoció el 1 de julio que el presidente de Estados Unidos tenía una amplia presunción de inmunidad penal, lo que obligó a Jack Smith a presentar una acusación revisada a finales de agosto.
A continuación, el fiscal especial desarrolló en un voluminoso documento sus argumentos para demostrar el carácter privado de los actos por los que se procesa a Donald Trump, que por tanto no están, según él, cubiertos por la inmunidad penal por sus “actos oficiales”.
En el segundo caso, en Florida (sureste), la jueza Aileen Cannon anuló el proceso el 15 de julio alegando que el nombramiento del fiscal especial en este caso y la financiación de su trabajo violaban secciones de la Constitución relativas a nombramientos y gastos. Esta decisión se encuentra actualmente bajo apelación.
Una vez más presidente, Donald Trump podría nombrar un nuevo Ministro de Justicia que despidiera a Jack Smith, o simplemente ordenar a su Departamento de Justicia que retire los cargos.
En este sentido, podrá invocar la constante política del Ministerio de Justicia consistente en no procesar a un presidente en ejercicio.
Sin embargo, esta política no debería aplicarse jurídicamente a los procedimientos penales ya iniciados antes de su llegada al poder, ya que “se trata de una situación muy diferente”, afirma Claire Finkelstein, profesora de Derecho en la Universidad de Pensilvania (noreste).
Pero como esta es la interpretación que prevalecerá bajo una administración Trump, en estos procedimientos federales, “tal como están las cosas actualmente, sólo podría ser juzgado después de dejar el poder”, añade.
Lo que queda son los procesamientos en el estado clave de Georgia (sureste), donde Donald Trump está siendo procesado junto con otras 14 personas por hechos similares a los de su caso federal en Washington, en virtud de una ley de este estado sobre delincuencia en grupo organizado.
En este caso, que se encuentra estancado al menos hasta el próximo año, todo dependerá de la decisión del tribunal estatal de apelaciones, que recibió una solicitud del imputado para retirarse de la fiscalía.
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