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¿Brazos cruzados ante el exterminio?

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“Lo que está sucediendo en el campo de refugiados de Jabaliya se puede resumir como una rápida misión de exterminio; nunca hemos visto nada igual”. Así tuiteó el periodista palestino Hossam Shabat el viernes pasado. “Nuestro personal informa que no puede encontrar comida, agua ni atención médica.

El olor a muerte es omnipresente, cuerpos tirados en las carreteras o bajo los escombros. Rechazan misiones para recuperar cadáveres o prestar ayuda humanitaria [par l’armée israélienne]», denunció tres días después Philippe Lazzarini, director de la UNRWA, la agencia de ayuda de la ONU para los palestinos.

Desde principios de mes, los 400.000 habitantes del norte de la Franja de Gaza, sitiados, han sufrido una ofensiva masiva por parte del ejército israelí. Según varios medios estatales judíos, este asalto materializa un plan elaborado por altos oficiales retirados de las FDI – cuyo objetivo fue resumido por Uzi Rabi, profesor de la Universidad de Tel Aviv: “Estamos expulsando a toda la población civil del Norte. Y cualquiera que permanezca allí será condenado legalmente como terrorista y sometido a un proceso de inanición o exterminio”.

El lunes 21 de octubre, mientras el ejército israelí continuaba bombardeando el norte de Gaza, Ignazio Cassis habló ante el Consejo de Seguridad de la ONU. El consejero federal compartió su preocupación por la aparición de futuras “guerras deshumanizadas”, posibilitadas por el uso de las nuevas tecnologías. “El Consejo debe preguntarse cómo garantizar el respeto del derecho internacional humanitario ante estos cambios”, subrayó el ministro liberal radical.

Explorar el futuro es importante. Pero en materia de derecho internacional, el peligro no es hipotético. En Gaza, se materializa en la masacre de la población palestina a manos del ejército israelí desde hace más de un año. Por su sistematicidad, esta empresa es similar a una limpieza étnica, que está en proceso de alcanzar un nuevo nivel.

Ante este crimen de lesa humanidad, la impotencia no es inevitable. Ignazio Cassis podría hacer gestos concretos para defender el derecho internacional humanitario que tanto le gusta citar: primero, condenando al gobierno de Netanyahu y exigiendo el levantamiento inmediato del bloqueo humanitario que asfixia el norte de Gaza; en segundo lugar, poniendo fin al comercio militar con Israel. Por último, alinear a los cargos electos de su partido con el Consejo de los Estados, para que voten a favor del mantenimiento de la contribución suiza a la UNRWA el 24 de octubre.

Si se niega, Ignazio Cassis –al igual que sus colegas del Consejo Federal– pasará a la historia como cómplice del primer genocidio de la historia retransmitido en directo por las redes sociales.

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