Escuchándolos sentimos miedo, dolor y una soledad tan dura como el ruido y la violencia de los hombres. Al verlos, nos estremecemos: están cansados, a veces silenciosos, todavía traumatizados, incluso destrozados, por haber sido arrojados de una frontera a otra, hoy varados, aquí, en Turquía, bajo la continua amenaza de expulsión, o ya devueltos a su país. país de origen, o incluso en otro lugar. Ninguno de ellos da su nombre real, por razones de seguridad, pero sus historias son auténticas.
Está, por ejemplo, el de Feroz, un ex miembro de las fuerzas especiales afganas que luchó contra los talibanes: golpeado y rechazado en 2023 por gendarmes turcos en la frontera iraní, persistió y, después de veintitrés intentos de cruzar a Turquía, lleva catorce meses viviendo y trabajando escondido en una pequeña e insalubre fábrica de reciclaje en las afueras de Estambul. También está el caso de Mahmoud, de 34 años, de la ciudad siria de Homs, que vivió durante años como refugiado en Turquía antes de ser deportado. con el pretexto de un permiso de residencia invalidado, sin explicación alguna. Afirma que, una vez que llegó a un centro de detención, lo obligaron a firmar un documento llamado “retorno voluntario”.
Y luego está Lara, una joven siria transgénero seropositiva, también enviada de regreso al país. pero esta vez para “razones de salud pública”tras la divulgación en las redes sociales de información sobre ella. O el caso de Nur, una iraní convertida al cristianismo: casada en la ciudad de Van con un turco, acaba de recibir una orden de expulsión. Por último, citemos la historia de Sami, de 28 años, de Alepo (Siria). Único superviviente, junto con su madre, de una familia diezmada por la guerra, no pudo obtener el estatuto de refugiado en Turquía debido a una denuncia de uno de sus vecinos, al creer que había “demasiados árabes” en su edificio en Estambul. Detenido por la policía, Sami fue golpeado y luego trasladado a un centro de detención en la ciudad de Urfa. Una vez allí, enfermó, perdió 29 kilos y acabó en un hospital del norte de Siria.
“142.000 migrantes deportados en un año”
Estas historias nos llegan de unos cuarenta inmigrantes de Siria, Irán y Afganistán, anteriormente detenidos en Türkiye, entre ellos El mundoel medio de comunicación sin fines de lucro Lighthouse Reports y ocho periódicos internacionales asociados pudieron obtener los testimonios durante casi siete meses de investigación. Cada una de estas historias nos permite hacer un balance de una realidad: el creciente número de hombres, mujeres y niños extranjeros detenidos en Turquía, recluidos en centros de deportación y luego devueltos a sus países de origen, donde se enfrentan a la muerte, el encarcelamiento o graves represalias. Considerados de principio a fin, sus testimonios describen un vasto sistema destinado, inicialmente, a acoger oleadas de refugiados procedentes de países fronterizos en crisis o en guerra, y que se ha transformado a lo largo de los años en una compleja pero implacable máquina de expulsión, conscientemente apoyada y financiada por el Unión Europea (UE).
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