Compartido entre Albania y Grecia, el pequeño lago de Prespa está empantanado. Del lado albanés, plantas y juncos lo han invadido todo, creando una magnífica alfombra de engañosa belleza: está muriendo.
Drenado de su agua, el lago, otrora cristalino, se ha transformado en una extensión pantanosa sumida en un silencio ensordecedor, roto de vez en cuando por los cantos de las garzas y los gritos de las ranas.
“No sabemos hasta cuándo” se quedarán los animales, se preocupa Enver Llomi, de 68 años, vecino del pueblo vecino.
“Hace unos años había un lago, agua pura, la pesca era nuestra vida. Pero hoy no nos queda nada, el lago está muerto”, continúa tembloroso Llomi.
Los barcos abandonados quedan atrapados en el barro y el lecho del lago sirve de pista para los coches. Las vacas han sustituido a los peces y deambulan tranquilamente sin correr el riesgo de quedar atrapadas en el agua.
Si la mayor parte del pequeño lago de Prespa (42,5 km²) se encuentra en territorio griego, su extremo sur (4,3 km²) se encuentra en Albania. Según varios expertos, de las 450 hectáreas de Albania, al menos 430 ya se han transformado en pantanos.
Para los residentes, la desgracia se remonta a los años 70, cuando las autoridades comunistas desviaron el río Devoll, que desembocaba en el lago, para irrigar los campos de Korca.
Año tras año, todos los sedimentos de los ríos se han ido acumulando hasta asfixiar el lecho del curso de agua y asfixiar el lago.
“Hace unos años, podíamos pescar hasta 10 kilos de pescado al día, podíamos utilizar el agua para regar los frijoles…”, recuerda Llomi con una sonrisa amarga.
– Campana de alarma –
A las decisiones de los años 70 se sumó el aumento de las temperaturas y los inviernos demasiado suaves, la falta de nieve y la escasez de precipitaciones.
“Si seguimos teniendo las mismas temperaturas, si este año el invierno es seco será aún peor. Y si el próximo verano también hace calor y es seco, todo habrá terminado”, estima Astrit Kodra, guardabosques.
Los defensores del medio ambiente advierten: el secado del pequeño lago de Prespa es una llamada de atención para todo el ecosistema de esta región en el corazón de los Balcanes y uno de los humedales más importantes de Europa.
“La muerte de un lago tendrá repercusiones” en los lagos vecinos de Greater Prespa y Ohrid, afirma Kodra.
El nivel del gran lago Prespa, uno de los más antiguos de Europa, a caballo entre Albania, Grecia y Macedonia del Norte, ha alcanzado su nivel más bajo en décadas.
“El agua del lago del lado albanés está hoy diez metros por debajo del nivel que tenía a finales de los años 70”, confirma a la AFP Vasil Male, responsable de zonas protegidas de Korça.
La causa principal es el cambio climático.
“La reducción de las precipitaciones está agotando los recursos hídricos y ha provocado un descenso del nivel del lago Prespa de 54 cm sólo en los últimos cuatro meses”, advierte Llazi Stojan, residente de Pustec y experto en medio ambiente.
También en el lado griego, según datos de la Red Nacional de Vigilancia del Agua de los Lagos de Grecia, “el nivel de los dos lagos, el Pequeño y el Grande Prespa, se situó el pasado mes de agosto en su punto más bajo desde 2021”.
El lago Prespa perdió el 7% de su superficie y la mitad de su volumen entre 1984 y 2020, según un informe de la NASA de 2022, basado en imágenes de satélite.
“Y si Prespa se reduce aún más, el no menos sublime lago Ohrid, situado a sólo diez kilómetros de distancia, también podría verse afectado”, advierte Stojan.
Para los expertos albaneses, es necesario reforzar la cooperación establecida desde 2012 entre Albania, Macedonia del Norte y Grecia para proteger los lagos Prespa y Ohrid de la presión del cambio climático.
“Debemos intervenir, debemos actuar juntos siempre que no sea demasiado tarde”, afirma Kodra, convencido de que “el hombre y la ciencia pueden encontrar soluciones para salvar la naturaleza”.
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