Se trata de una muerte en el Líbano que Washington ve con buenos ojos. El asesinato del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, en un ataque del ejército israelí cerca de Beirut es “una medida de justicia”, dictaminaron el sábado el presidente Joe Biden y su vicepresidenta Kamala Harris.
La reacción de Estados Unidos, el principal apoyo militar y diplomático de Israel, contrasta con la de la ONU y los países europeos, que inicialmente estaban preocupados por los riesgos de una escalada en la región. Sin embargo, Washington también destacó la necesidad de encontrar una solución diplomática a la crisis en Medio Oriente y advirtió contra una conflagración en la región.
Un “terrorista con sangre estadounidense en las manos”
Hassan Nasrallah era un “terrorista con sangre estadounidense en las manos”, dijo Kamala Harris, candidata demócrata en las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre. “Siempre apoyaré el derecho de Israel a defenderse contra Irán y los grupos terroristas respaldados por Irán como Hezbolá, Hamás y los hutíes”, insistió. Pero “la diplomacia sigue siendo el mejor camino a seguir para proteger a los civiles y lograr una estabilidad duradera en la región”.
Kamala Harris tenía previsto participar con el presidente en una reunión el sábado sobre la situación en Oriente Medio, destinada también a “evaluar el estado de la presencia militar en la región”, según informó la Casa Blanca.
Ciudadanos estadounidenses llamados a abandonar el Líbano
“Nuestro objetivo es desactivar los conflictos en curso en Gaza y el Líbano a través de medios diplomáticos”, subrayó Joe Biden, por su parte, en una declaración separada, pidiendo la conclusión de un acuerdo que permita a los residentes “regresar a sus hogares en Israel y el sur del Líbano”. Recordó haber pedido la víspera al Pentágono “reforzar el sistema de defensa de las fuerzas militares estadounidenses en Oriente Medio” para “reducir el riesgo de una guerra regional a gran escala”.
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El Departamento de Estado estadounidense también ordenó el sábado la salida de las familias de los empleados de su embajada en el Líbano “debido a la volátil e impredecible situación de seguridad en Beirut”. También instó a los ciudadanos estadounidenses “a abandonar el Líbano mientras sigan disponibles opciones comerciales”.
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