El humo de los incendios forestales en Brasil ya cubre el 60% del territorio desde el martes, mientras que en Paraguay el aire se ha vuelto nocivo. Los incendios en la Amazonia también están devastando la biodiversidad. Se acerca el punto de inflexión en el papel regulador de esta selva tropical.
Hasta ahora, la Amazonia ha contribuido a limitar el calentamiento global, pero está llegando a un punto crítico en el que ella misma se está convirtiendo en una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero.
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“La Amazonia almacena 450.000 millones de toneladas de CO2, pero desde el momento en que se deforesta y se quema, libera este carbono. Por eso, esta función reguladora se ve totalmente alterada”, advierte Antoine Acker, profesor de historia del medio ambiente en la Universidad de Ginebra, en La Matinale.
“Cuanto más deforestamos, más seco se vuelve el clima y más fácilmente se incendia el bosque. Por eso hay tantos incendios en la Amazonia en este momento. Es un círculo vicioso”, continúa.
Vegetación menos rica
De selva tropical, la Amazonia –la reserva de biodiversidad más importante del planeta– corre el riesgo de transformarse en una sabana, con una vegetación menos rica y que produce menos lluvias.
Este fenómeno, que se denomina “sabanización”, ya está en marcha en algunos lugares. Los científicos estiman que, a partir del 25% de deforestación, el proceso de sabanización es irreversible. Hoy en día, ya estaríamos en alrededor del 20%.
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Tema de radio: Alexandra Richard/asch
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