De pequeña estatura y apariencia discreta, Béatrice Zavarro lleva sobre sus hombros la inmensa carga de defender a Dominique Pelicot, uno de los peores criminales sexuales de las últimas décadas. Pero, “solo frente al mundo”, el abogado mantiene la calma. Pasada en doce semanas de la sombra a la luz, abrió los alegatos de la defensa en el proceso de las “violaciones de Mazan”, el miércoles por la tarde, intentando recordar la “humanidad” del “otro Dominique”. “Desde el momento en que defiendo a un hombre que me dicen que es un mentiroso, un manipulador, que ha engañado a todos, debo intentar restablecer la verdad”, se justificó Zavarro a la AFP: “mi misión es que consigamos entender, aunque lo odiemos”, cómo pudo llevar a cabo “estos hechos detestables”. “Está en la cuerda floja. Su posición no es nada obvia, pero la sostiene con gran delicadeza. No reduzcas ‘el monstruo’ a sus crímenes, haznos olvidar el lado B para recordar el lado A, los dos conviviendo en esta doble personalidad” , reconoció Antoine Camus, uno de los abogados de las partes civiles. Este término “monstruo”, la Marsellesa, de 55 años, con gafas redondas y rojas, siempre lo ha refutado, considerándose sólo “la abogada de alguien que ha cometido algo monstruoso”. Y recordar que en “Francia, en un Estado de derecho, toda persona tiene derecho a ser defendida”.
