Recientemente nos enteramos: el Estado francés anunció que cerrará una plataforma utilizada por las empresas para el comercio electrónico (facturación electrónica, etc.). Las empresas deben buscar un proveedor privado. ¿Las consecuencias? Molestias, trabajo y altos costes para las empresas. ¿Por qué el Estado francés deja de poner a disposición esta plataforma? Probablemente no sea la conciencia de que el Estado no tiene nada que hacer en el ámbito económico. Es muy simple –y muy banal– la falta de recursos.
El elevado nivel de deuda pública provoca una caída de las prestaciones en Francia
Inquietud en Francia: mientras que el producto interior bruto de Francia es aproximadamente cuatro veces mayor que el de Suiza, su aparato estatal gasta aproximadamente seis veces más. La deuda pública nominal de nuestro vecino es casi quince veces mayor que la nuestra. Si bien nuestra tasa de endeudamiento (deuda expresada como porcentaje del PIB) es inferior al 30%, su tasa de endeudamiento ha superado el 100% desde 2020. Por lo tanto, si el Estado debe gastar más en intereses de la deuda que en educación o defensa, esto inevitablemente tendrá Consecuencias: nuestro vecino debe ahorrar dinero, y en serio. Es obvio que las empresas no están nada contentas de ver desconectada la plataforma electrónica. Los ciudadanos tampoco están entusiasmados, ya que las perspectivas para el nuevo año son menos beneficios y más impuestos.
El freno de la deuda protege a Suiza de una espiral de deuda
Y ese es todo el problema. Los ciudadanos y las empresas quieren poder contar con el Estado. Debe cumplir sus promesas. Sin nuevos impuestos ni “para y sigue”. Esta capacidad del Estado para prestar servicios depende del conjunto de la política (continuidad), pero muy concretamente depende sobre todo de los medios: unas finanzas estables, equilibradas y sólidas. Las grandes promesas seguidas de anuncios relacionados con una falta de recursos que impide su realización destruyen la confianza a largo plazo. Suiza –en realidad la Confederación– también atravesó una fase en la que las deudas amenazaron con explotar debido al gasto. Los programas económicos se sucedieron. Hasta que el pueblo, cansado de cambios de rumbo inoportunos, “condenó” al Estado a la estabilidad adoptando el freno de la deuda. Y eso resultó ser algo bueno.
Tanto los ciudadanos como las empresas deben poder contar con el Estado. Lo que el Estado promete, debe cumplirlo. Sin introducir constantemente nuevos impuestos ni hacer “parar y seguir”. Esto requiere estabilidad financiera a largo plazo.
El Parlamento debe llevar las riendas
Hoy, la Confederación corre nuevamente el riesgo de que sus gastos se salgan de control. Veinte años de estabilidad y desempeño sólido: el hecho de que esto sea una bendición parece haber sido olvidado en el pequeño y ajetreado mundo político de hoy. Los puntos principales siguen siendo válidos: los servicios importantes que la población y la economía esperan del Estado son la seguridad y las bases para la prosperidad general, es decir, formación, infraestructuras y relaciones sólidas con el extranjero. No hace falta decir que en un mundo cambiante las prioridades siempre cambian un poco. La política debe ser capaz de apoyar estos cambios y comprenderlos. Dicho esto, podemos distinguir con bastante claridad las líneas generales de “es bueno tenerlo”. Una mirada honesta suele ser suficiente: una plataforma electrónica pública, posiblemente con ventajas fiscales, sin duda puede ser agradable. Pero, como muchas otras cosas, no forma parte de la misión principal del servicio público.
El Estado debe reenfocarse en sus principales tareas
Durante el debate sobre el presupuesto, que tendrá lugar durante la sesión de invierno en Berna y que comenzará la próxima semana, se tratará de separar lo esencial de lo demasiado deseable. El debate sobre el programa de alivio presupuestario, que tendrá lugar el próximo año, también debe estar alineado con esta perspectiva. El Estado nunca podrá proporcionar “todas las cosas a todas las personas” y no debería intentar hacerlo. Nunca habrá suficientes recursos. Lo que está en juego son bases (financieras) estables para las tareas esenciales del Estado. Gracias al freno de la deuda, nos beneficiamos de esta estabilidad a nivel de la Confederación, que encabeza el presupuesto público, con diferencia, el mayor del país. Preservar la estabilidad en el tiempo es la misión que los pueblos han confiado al mundo político al establecer el freno de la deuda.