lEl primer mandato de Donald Trump comenzó caóticamente. El segundo cargará hacia adelante. Durante la campaña, el republicano pregonó lo que iba a hacer y lo repitió después de las elecciones, al mismo tiempo que anunció una serie de nombramientos coherentes con la ambición de una presidencia transformadora. Ni China ni Europa podrán argumentar que no fueron advertidos.
En el plano macroeconómico, la hoja de ruta es clara: perpetuación de los recortes fiscales decididos durante el primer mandato, expulsión masiva de inmigrantes ilegales y aumento de los aranceles aduaneros, hasta un nivel punitivo (60%) para los productos chinos y hasta un 10% para los 20% sobre importaciones de otros países. Como ha demostrado el economista Olivier Blanchard, estas tres medidas se combinarán para producir un shock inflacionario importante, que obligará a la Reserva Federal a aumentar las tasas de interés. El efecto expansivo de los recortes de impuestos se atenuará, el déficit de las cuentas públicas, ya superior al de Francia, aumentará aún más y el dólar se apreciará.
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La pregunta es si Trump presionará al banco central estadounidense para disuadirlo de subir las tasas demasiado bruscamente. Si lo hace, la credibilidad de la moneda se verá gravemente afectada, en Estados Unidos y, sin duda, más allá. En cualquier caso, una cosa está clara: los ingresos de los aranceles aduaneros no serán suficientes para cubrir el déficit adicional inducido por la perpetuación de los recortes de impuestos. La deuda pública estadounidense corre el riesgo de volverse insostenible, lo que a largo o corto plazo pondría en duda el papel fundamental del dólar.
Privilegios y deberes
A corto plazo, los efectos de esta política en Europa serán inciertos: los aranceles aduaneros penalizarán las exportaciones europeas, pero la apreciación del dólar tendrá el efecto contrario. Trump, sin embargo, no se limitará, sin duda, a aplicar un aumento uniforme de los derechos de aduana: podría diferenciarlos según los productos y penalizar así a los países superavitarios como Alemania, o incluso, en la lógica transaccional que le es familiar, intercambiar aranceles más bajos por un compromiso de comprar armas americanas, o mantener una garantía de seguridad para las compras europeas de gas americano. La unidad europea se pondrá a prueba.
A largo plazo, hay pocas dudas sobre los efectos nocivos de una política proteccionista. Una evaluación reciente del Centro de Estudios de Prospectiva e Información Internacional muestra que, en un escenario que combina el mantenimiento del libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, un aumento de los aranceles aduaneros de 60 puntos para las importaciones procedentes de China, y de 10 puntos para las En el resto del mundo, la economía china sufriría mucho por la desvinculación de Estados Unidos, mientras que los impactos en Europa seguirían siendo limitados. El gran ganador sería, en última instancia, México.
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