Guerra cultural
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La reelección de Donald Trump ha sacado a la luz el concepto vago que designaría a una izquierda intelectual y activista demasiado centrada en las cuestiones de discriminación. Descifrado.
Activistas antirracistas, feministas y LGBT+, ¿responsables de la victoria de un hombre racista, sexista y homofóbico, Donald Trump? Desde las elecciones americanas del 5 de noviembre, el estribillo flota en el aire, una pequeña música tan insidiosa como impalpable. Tal como habría flotado durante toda la campaña, según una encuesta del instituto American Blueprint, cercano al bando demócrata, publicada el 8 de noviembre. En tercera posición, después de la inflación y la inmigración, la encuesta presenta como explicación clave del voto de Trump la demasiada atención de Kamala Harris a cuestiones culturales, como la transidentidad, en lugar de a los intereses de la clase media.
Como prueba de lo confuso del concepto, Google midió un pico de audiencia para el término “wokismo” en su famosa barra de búsqueda, donde las solicitudes de definiciones batieron récords el 6 de noviembre. Hasta el punto de que parece necesaria una explicación del texto, especialmente para los internautas más novatos que a veces se encuentran transformando el “definir wokismo» en «que esta caminando».
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