Entrevista
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Isabelle Defourny, de Médicos Sin Fronteras, que pudo desplazarse al enclave hace un mes y medio, se muestra alarmada en una entrevista por la llegada del invierno mientras la ayuda humanitaria es bloqueada o saqueada.
Barrios arrasados, montañas de escombros, cuerpos sin vida en las calles… La gobernación del norte de Gaza parece hoy un gigantesco campo de ruinas. Desde el 6 de octubre de 2024, el ejército israelí lleva a cabo una ofensiva de una brutalidad sin precedentes en este territorio donde vivían más de 270.000 habitantes antes del inicio de la guerra. El objetivo: erradicar lo que el Estado judío considera un resurgimiento de Hamás en la zona norte del enclave palestino. Los combates terrestres, los bombardeos y los drones armados han matado a más de mil personas y desplazado a casi 100.000, según la ONU. Para Isabelle Defourny, presidenta de Médicos Sin Fronteras (MSF), esto “limpieza étnica” forma parte de una estrategia llevada a cabo por el ejército israelí.
Usted regresó recientemente de la Franja de Gaza, la llamada zona “humanitaria” de Al-Mawasi. ¿Cómo luce el enclave palestino después de más de un año de guerra?
Lo más sorprendente es la destrucción masiva. Salimos de Jordania para llegar al enclave a través del paso fronterizo de Kerem Shalom, escoltados por la ONU en vehículos blindados. Al entrar en Gaza, la escala de las ruinas es sorprendente. La llamada zona “humanitaria” es un espacio reducido donde 1
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