Planeta económico | El fin del modelo alemán

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Si tenemos la impresión de que todo se va al carajo, no es lo que ocurre en Alemania lo que puede tranquilizarnos. La roca económica alemana, el modelo que Quebec siempre ha envidiado, se está desmoronando.


Publicado a las 01:13

Actualizado a las 8:00 a.m.

El canciller alemán Olaf Scholz llamó a Donald Trump para felicitarlo por su elección a la presidencia de Estados Unidos. Sin embargo, tenía otros asuntos que resolver porque, al mismo tiempo, su gobierno de coalición se estaba desintegrando y su país estaba sumido en el caos.

La llamada debió requerir algún esfuerzo por parte de la canciller, porque el regreso de Donald Trump con plenos poderes a Estados Unidos es probablemente lo peor que le ha pasado a su país desde la última guerra mundial y la invasión de Ucrania por Rusia.

Los aranceles del 20% que la próxima administración estadounidense quiere imponer a todo lo importado por Estados Unidos (y del 60% a los productos fabricados en China) perjudicarán a Alemania más que a la mayoría de los demás países, incluido incluso Canadá.

Un estudio de CESifo, una organización de investigación independiente con sede en Munich, predice una caída del 15% en las exportaciones alemanas a los Estados Unidos si los estadounidenses imponen aranceles del 20%.⁠1.

Al igual que Canadá, Alemania es una economía pequeña que depende principalmente de sus exportaciones. Estos últimos pesan aún más en el producto interno bruto (PIB) alemán (casi el 50%) que en el PIB canadiense (33%).

A diferencia de Canadá, Alemania tiene pocos recursos naturales. El país ha construido una economía que ha sido la envidia del mundo gracias a su modelo único de colaboración entre empresas y trabajadores y una importante participación estatal, también conocido como capitalismo renano.

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Una receta ganadora

La receta alemana permitió al país convertirse en una potencia comercial mundial y en la fuerza impulsora de la Unión Económica Europea. Dio la estabilidad necesaria al bloque comercial europeo, cuyos intereses económicos no siempre son fáciles de conciliar.

Los primeros fallos en el motor económico de Alemania fueron causados ​​por la invasión rusa de Ucrania y el posterior boicot al gas ruso. Privada de su principal fuente de energía, la economía alemana empezó a sufrir y todavía lo sufre.

El principal sector industrial de Alemania, la industria del automóvil, también está fracasando. En este caso, la causa del fracaso es China, que ha sido durante mucho tiempo uno de los dos principales mercados de los coches alemanes (junto con Estados Unidos), que ahora invade Europa con sus propios coches eléctricos, más baratos y muy populares. Los aranceles que la Unión Europea acaba de imponer a los automóviles chinos probablemente signifiquen el fin del sector chino para Alemania.

El sector estadounidense, principal mercado de exportación de los fabricantes de automóviles alemanes, también se ve amenazado por los aranceles a las importaciones previstos por la administración Trump. El año pasado, los alemanes vendieron automóviles por valor de 37 mil millones de dólares a los estadounidenses.

Golpeada por un lado por China y por el otro por Estados Unidos, la industria automovilística alemana corre el riesgo de asfixiarse. Es también en este sector donde han aparecido los últimos signos del desmoronamiento del modelo alemán.

Volkswagen, el principal fabricante de automóviles de Alemania, ha decidido cerrar fábricas en territorio alemán, algo que nunca le había ocurrido en sus 87 años de historia. La icónica marca también puso fin al pacto celebrado con sus empleados sindicalizados que les garantizaba una garantía de empleo hasta 2029.

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FOTO FOCKE STRANGMANN, AGENCIA FRANCE-PRESSE

Sindicalistas alemanes sostienen una pancarta que dice: “Trabajo para todas las fábricas” durante una manifestación frente a una fábrica de Volkswagen en Osnabruck el 6 de noviembre.

La crisis del sector del automóvil invadió la esfera política la semana pasada. La colaboración tradicional entre partidos con intereses divergentes se ha visto destrozada por las decisiones de sacar a la economía del hoyo.

Es el freno de la deuda, adoptado por Alemania después de la crisis financiera de 2008 y que limita el gasto público, el que está en el centro de las diferencias entre los funcionarios electos. Este mecanismo único impide que el gobierno contraiga deuda más allá de cierto umbral, excepto en circunstancias excepcionales.

Sin Trump, los alemanes podrían haber superado la crisis. Con Trump, el modelo alemán probablemente ya no se mantendrá.

⁠1. Consulta el estudio CESifo

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