Reportaje
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En Allentown, una ciudad predominantemente latina donde viven más de 30.000 puertorriqueños, la broma racista de un comediante durante un reciente mitin de Donald Trump sigue dando que hablar. Y ofrecer a los demócratas un argumento sólido al final de la campaña en este “estado indeciso”.
La ira no disminuye. Sobre todo porque los equipos de campaña de Kamala Harris lo mantienen hábilmente a diario, conscientes de haber recibido un regalo inesperado del campo rival, tan cerca de las elecciones. El 27 de octubre, durante un mitin de Donald Trump en el Madison Square Garden de Nueva York, un comediante retrató a Puerto Rico, territorio estadounidense en el Caribe, en “isla flotante de basura”. Una broma considerada racista y humillante, que se extendió como la pólvora entre la diáspora puertorriqueña, que suma 6 millones de personas en Estados Unidos.
“Este vil comentario no sólo me ofendió. Me retorció las entrañas”dice Jennifer Ríos, 33 años, madre de dos niños pequeños “Puertorriqueños orgullosos de su tierra de origen”. Voluntaria de Make the Road, una organización política liderada por inmigrantes, esta residente de Allentown, un pueblo de Pensilvania donde viven más de 30.000 puertorriqueños, está trabajando más que nunca para convencer a la comunidad hispana de votar el 5 de noviembre por Kamala Harris. “Les digo que lo hagan en familia, que vayan a votar con sus vecinos, padres, hermanos.
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