Los europeos, a la espera de las elecciones americanas del 5 de noviembre, son presa de sentimientos muy diferentes a los de ediciones anteriores. Durante años, los de derecha apoyaron al candidato republicano y los de izquierda, al demócrata.
En 2016, ver a un extremista como Donald Trump aspirar a la presidencia de Estados Unidos provocó que casi todos los gobiernos europeos apoyaran al candidato demócrata. Sólo el primer ministro húngaro, Viktor Orban, se declaró a favor de Trump. Ocho años después, a casi una docena de gobiernos o socios de coalición dentro de los gobiernos les gustaría ver a Trump en la Casa Blanca en lugar de a Kamala Harris.
La Unión Europea (UE) se pregunta qué nos deparará el futuro. El regreso de Trump sería un nuevo shock externo cuyas consecuencias se sentirían en casi todos los ámbitos, desde sus relaciones con sus vecinos hasta su política comercial y de defensa. ¿Y cuál sería la actitud de Rusia ante tal escenario? Ucrania probablemente perdería la guerra.
La mayoría de los europeos prefieren a la candidata demócrata y la continuidad política que implicaría su elección, pero Trump tiene cada vez más amigos en la UE. Estamos lejos de la configuración que prevalecía hace ocho años, cuando el húngaro Viktor Orban era el único que mostraba simpatía. La forma en que se inclina hoy la balanza en Europa durante las elecciones en otras regiones del mundo es una señal más del aumento
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