Pedir perdón es de sabios. Porque no hay nada como reconocer los errores para seguir adelante. El Villarreal evoluciona desde la adversidad y Ayoze Pérez acepta las disculpas de Willy Kambwala para cuajar el empate (1-1) frente al Rayo Vallecano en el encuentro pendiente de la jornada 12 en Primera División. La expulsión justa y clarividente del zaguero ‘groguet’ fue el punto de inflexión que provocó la reacción del ‘submarino amarillo’. Álvaro García asestó el golpe, pero el Zarra de la temporada se disfrazó de goleador para salvar la porcelana en el Estadio de la Cerámica.
Las manecillas señalaron el minuto 32 en ese preciso momento. El francés protagonizó una calamidad en toda regla y le enseñó el grosor de los tacos a Óscar Valentín. Con el 0-1 ya en contra. Sin ánimo de protestar ni justificar su acción sobre el rival. La parroquia aplaudió cuando entonó el ‘mea culpa’ y su equipo se puso manos a las tablas. Ya en la segunda mitad, el vendaval de cambios provocó el ‘quien marque, gana’, pero Augusto Batalla frenó la euforia del omnipresente Pape Gueye y Sergi Cardona colocó el alma para despejar el latigazo de Jorge de Frutos. Imperiales.
Al límite de todo
Quizás la percepción que simplificó esta contienda fue que el fútbol vivió al límite de todo. En el margen de la legalidad y en el de la temeridad. Antes de cualquier cambio en la balanza, Yéremy Pino enseñó su baraja de recursos con el brazalete en su dominio. Un sinfín de centros laterales que obligaron la reacción de la zaga visitante. Incluso perdonó el 1-0 que tuvo a su alcance. Se plantó solo delante del guardián foráneo y sacó el derechazo a pasear. Lo que nadie esperó fue que el argentino evitó males mayores con los tacos de su bota derecha. Intervención divina. Un milagro.
El que celebró el Rayo Vallecano con el 0-1 de Álvaro García. En primera instancia, Hernández Hernández levantó el brazo para señalar fuera de juego en el nacimiento de la acción. Tras la revisión del VAR, todos en posición correcta. Óscar Trejo en la primera fase de la transición, Sergio Camello con un excelso pase al espacio y el ’18’ de blanco en la definición con su pierna ‘mala’ para hacer inútil la estirada de Luiz Júnior. Un Villarreal que se complicó la vida aún más con la expulsión de Willy Kambwala. Con los tacos por delante, atropelló a Óscar Valentín. Ni la protestó, roja cristalina.
Ayoze Zarra
Lo que nadie esperó fue que los locales mejoraron en inferioridad numérica. Solo lo supo Ayoze Zarra. Porque está para que le cambien el apellido. Perdonó un testarazo prácticamente solo y vio cómo el arquero ajeno le sacó una mano cambiada de película para amargarle la volea de la noche. A la tercera, la vencida. Denis Suárez le habilitó entre líneas. El ’22’ estiró la bota como si le fuera la vida en ello para detener el cuero y levantar la mirada. Derecha a pasear y el 1-1 al marcador. La justicia deportiva se presentó en escena antes de caminar hacia el túnel de vestuarios. Todo abierto.
Y entre tanto destino incierto, el Rayo Vallecano quiso proporcionar algo de lógica. Es decir, dar pasos hacia el frente enemigo en superioridad numérica. Y si alguien llevó la batuta de Vallecas hasta que Íñigo Pérez le borró de la pizarra, ese fue Sergio Camello. El héroe olímpico filtró a la espalda de los centrales amarillos una maravilla que dejó solo a Jorge de Frutos. El hombre que lo pudo revolucionar todo mantuvo la fe en su pierna ‘menos hábil’, pero su remate no localizó la red defendida por Luiz Júnior. Posteriormente, la espalda de Logan Costa evitó el 1-2 del mejor relámpago.
Esa parte que también suma
Ya en pleno acto final, el baile de los banquillos tuvo mucho que decir. Esa parte que también suma, pero que tanto se ignora a no ser que signifique algún efecto inmediato en el luminoso. Porque los madrileños pusieron más leña en la chimenea con Andrei Ratiu y Pathé Ciss. Más velocidad por banda y más físico para estropear los planes de Pape Gueye en la medular. Y a eso se sumaron Randy Nteka e Isi Palazón. La voz cantante la puso el plan de los huéspedes. Pero los anfitriones respondieron con Juan Bernat, Gerard Moreno, Pau Cabanes… y un tal Juan Foyth.
Pasara lo que pasara en el desenlace, el regreso del argentino era la mejor noticia en Castellón de la Plana. Eso sí, con minutos de contacto primerizo tras lesión y con fuertes vendajes tanto en la rodilla izquierda como en el hombro derecho. Quizas dar saltos es un paso acelerado, pero el ‘8’ vuelve a caminar en la élite. Y para pasos, los que tuvo que dar Augusto Batalla para achicarle espacios al ’12’ cedido por el PSG en un mano a mano clamoroso. Perfecto para el 2-1, pero brillante para ver lucirse al arquero de moda. El estado de forma del argentino bajo palos es de considerar.
En tierra de ninguno
Hasta que llegaron las acciones que pudieron revolucionar todo prácticamente sobre la bocina. Al final, ni para el uno ni para el otro. El tesoro de los 3 puntos se quedó en tierra de ninguno. El ’13’ vestido de verde se puso guantes a la obra para repeler el zurdazo de un inspiradísimo Pape Gueye y Jorge de Frutos vivió en primera persona cómo Sergi Cardona puso su cuerpo en el camino de su derechazo directo a portería. Ya pasada la euforia del añadido y la posible épica, ambos bandos casi que se conformaron con lo puesto y el 1-1 reposó hasta el pitido final de Hernández Hernández.
El Villarreal frena la euforia del Rayo Vallecano y Ayoze Pérez acepta las disculpas de Willy Kambwala. El agitador que pudo derramar el partido, pero que cuya expulsión de manual solo agitó la percepción de un proyecto que se aferra a la quinta plaza de Primera División. La que garantiza la Europa League y fantasea con la carambola de la Champions League. Y en el otro ejército, un equipo que tuvo la idea de marcharse a la cama en el ecuador de la clasificación. Sin embargo, acabó echándose las manos a la cabeza con su segundo empate consecutivo en la duodécima casilla.
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