Y de repente, el Barça se desconectó. El equipo de Hansi Flick llevaba semanas, el famoso “shit November” que dijo el técnico alemán, dando señales de fatiga y cansancio, más mental que físico, como si todo lo mostrado hasta el mes de noviembre se hubiese diluido en los últimos partidos, pasando de un Barça arrollador y pletórico a uno tímido e incapaz. Los azulgrana transforman a los mejores equipos a los que se enfrentan en unos más pequeños y a los teóricos pequeños, en gigantes insalvables. Sucedió ante Las Palmas y volvió a pasar ante el Leganés.
En Dani Olmo el culer encontró a un jugador que flotaba y que todo lo que tocaba lo convertía en oro. Rayo, Valladolid y Girona hacían presagiar un salto cualitativo bestial, porque el egarense parecía tener el superpoder de transformar el agua en vino, algo que en realidad nunca le perteneció. Olmo es un jugador fantástico que parece haber perdido fuelle, como si consciente de su físico debilitado jugase regulándose, pensando tanto en lo que hace como aquello que se ahorra, y el Barça es un equipo construido para que sea Olmo quien marque diferencias cuando el rival se hunde. Sin él a su nivel, todo parece peor.
Quedó patente que Lamine Yamal tocado, aún sin regatear, es mejor que Raphinha en derecha. El canterano tiene la capacidad de inventar, de fijar, abrir y desmenuzar situaciones que para el brasileño son como fórmulas ininteligibles: cuestión de técnica y de talento. Mientras para Lamine todo es natural, para Rapha todo es forzado, y en el segundo tiempo el Barça notó la ausencia en vida de Yamal y la posterior ya sin él en el campo. Todo se simplificó. Centros y un embudo que asfixiaba a un equipo que solo encontró en Pedri una respuesta al sufrimiento. El canario es el jugador más constante de la temporada y el único que parece acordarse, cada tres días, de lo que Flick demanda.
Las consecuencias de que tus tres delanteros sean terrenales es que no marcas todo lo que genera y más. El Barça ya no deja propina. Apenas tiene para pagarse el alquiler, y acostumbrado a una abundancia que no era sostenible, de marcar de tres en tres antes del descanso, este apagón sorprende y choca a quienes creían vivir en una riqueza perpetua. Las verdades siempre salen cuando algo se tuercey la de este equipo es que la distancia entre los titulares y los suplentes se agiganta cuando los primeros están malque el equipo necesita un extremo que en estos escenarios de cerrojazo de algo distinto en izquierda y que el fútbol no da tregua. Lo que ayer te valió, mañana será papel mojado.
La Champions sostiene un pobrísimo nivel en Liga, algo paradójico teniendo en cuenta que este equipo vivía siempre al revés, encontrando la rutina en Liga y el terror en Champions. Parece que este Barça no puede tenerlo todo aún habiendo visto que es capaz de ello. En momentos de flaqueza se pone de relieve la poca profundidad de esta plantilla y que mucho de lo cosechado hasta ahora nacía por una inspiración y puntualidad difíciles de sostener. El Barça supo ganar cuando lo merecía, pero deberá aprender a rebelarse contra su propia pereza y desacierto. Los campeones siempre se hacen en los días feos.
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