En realidad, conducir en nuestro país es demasiado barato, lo que hace que el tren parezca caro. “Sin embargo, cada vez nos quedamos más atrapados en los atascos. Un día la gente y los políticos se cansarán de esto”.
La formación de gobierno en curso puede ofrecer oportunidades. “La cuestión es si el Gobierno tendrá el valor de animar a la gente a coger menos el coche”, afirma Vanelslander. “La tan necesaria reforma de la política tributaria puede brindar influencia, ya que el gobierno necesita urgentemente más recursos. Revisar la política de nómina es en realidad un ahorro relativamente fácil”.
Una dificultad adicional es nuestra política espacial. “Hay que pensar dónde es mejor tener una estación y dónde podría haber aparcamiento cerca de esas estaciones”. Esto parece una obviedad, pero el desarrollo de nuestra cinta es un factor que complica la situación. “Ahora vivimos en todas partes, lo que dificulta tener una estación cerca en todas partes. En los Países Bajos, por ejemplo, esto es más fácil porque la gente vive más en las ciudades”.
“De cualquier manera, me temo que empeorará antes de mejorar”. Vanelslander se refiere a la falta de material rodante y de personal, problemas que aún no han sido resueltos.
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