A pesar de sus veinte ausencias, la FCG dominó a su subcampeón de Brive y terminó el año invicto en Pro D2 en el Stade des Alpes. Con el plus de un cuarto de hora de rugby con champán…
Había todo para temblar en las filas del Isère antes de este partido. En primer lugar, la llegada del delfín de Corrèze, que era legítimo pensar que vendría a ponerse a prueba. Un contexto inestable, pues, con una veintena de heridos, ocho de ellos sólo en segunda y tercera línea (Phillips, Lainault, Nansen, Madeira, Muarua, Martel, Berruyer, Hardwick) y incertidumbres hasta el final desde que la licencia del comodín Cameron Holt fue confirmada médicamente. Sólo se validó unas horas antes del inicio. “Además no hicimos un muy buen entrenamiento el día antes del partido” entregó el pívot Romain Fusier, nombrado capitán por primera vez en su carrera. Entonces, ¿cómo habría sido esto en otras condiciones?
En efecto, ante la mirada del presidente de la LNR, René Bouscatel, que después nos confió que había asistido “una primera mitad digna del Top 14”los isères han hecho saltar por los aires a su subcampeón. Y esto a costa de otro cuarto de hora de locura, que esta vez no se produjo al final del partido sino en la primera parte, durante la cual el FCG jugó el partido más bonito que se pueda imaginar.
Ployet aplaudió
Un espectáculo total, un cuarto de hora antológico, en el que la FCG levantó a mano todos los globos desde sus propios 22 metros, enfrentándose a los brivistas reducidos a perseguir sombras… “En esos momentos cuesta respirar porque corre en todas direcciones. Pero sobre todo sentimos un placer loco cuando logramos hacer pases después del contacto, cuando siempre hay apoyo, cuando mantenemos la iniciativa. Es simplemente más, eso es lo que nuestros entrenadores intentan brindarnos, ser siempre actores en lo que implementamos”. sonrió Fusier. “Teníamos el tráfico y las opciones necesarias, es cierto que nos funcionó, Patrick Pézery estaba satisfecho. Como entrenador, cuando ves que las cosas planeadas se hacen realidad, siempre es una satisfacción. Pero un cuarto de hora después te das cuenta de que están sucediendo cosas que no te convienen. Este es el día a día de un entrenador, de todos los entrenadores…” Una referencia, obviamente, a esta segunda parte más complicada en la que los isleños concedieron dos tries y perdieron el bono ofensivo que tenían entre los dedos. “La segunda parte fue menos buena, pero fue difícil hacerlo tan bien como la primera”. Asintió el segunda línea Thomas Ployet, cada vez más impresionante y salió con una merecida ovación. “No conseguimos ser consistentes, pero eso quizás también esté relacionado con las condiciones y, sobre todo, con la calidad del rival. Aunque el objetivo, en cada partido, sea aguantar entre cuatro y veinte minutos…”
“Nos olvidamos un poco de la densidad física pero apreciamos este resultado en su justo valor”, Pézery terminó. Las últimas semanas no han sido fáciles, lo hemos pasado mal con las lesiones pero el grupo está trabajando duro. Tenemos que valorar este resultado en su verdadero valor y seguir aguantando antes de ir a Niza, que ya les puedo decir que es un equipo muy complicado de jugar. No podremos quedarnos en Brive por mucho tiempo”. En resumen, la suerte de un líder y altos estándares.
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